Ganado: seis toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de volúmenes y cuajo, aunque con una generalizada armonía de hechuras. Salvo, el rajadito primero y el noble y si raza sexto, los otros cuatro dieron un juego excelente, segundo y cuarto con gran clase y calidad, el tercero de más bravo temperamento. En conjunto, una excelente corrida de toros.

Juan José Padilla: estocada contraria y seis descabellos (silencio tras aviso); estocada caída (dos orejas tras dos avisos). Salió a hombros por la Puerta Grande.

José María Manzanares: estocada baja (oreja con petición de la segunda); pinchazo y estocada honda (oreja tras aviso).

Alejandro Talavante: pinchazo y estocada atravesada (oreja); estocada y cuatro descabellos (gran ovación tras aviso).

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Los toreros Juan José Padilla, como estaba anunciado, y Alejandro Talavante, según se supo tras el festejo, se retiraron ayer del toreo saliendo de muy distinta forma de la plaza de Zaragoza: a hombros el jerezano, que cortó dos orejas, y a pie el extremeño, que solo paseó una pero cuajó el mejor toreo de la tarde. Sucedió así que en el mismo momento en que Padilla enfilaba a hombros hacia la puerta grande, en loor de multitud y rodeado de compañeros, Alejandro Talavante salía a pie por el patio de cuadrillas, en silencio y acompañado únicamente con su cuadrilla, sabiendo que, sin marcarse una fecha posible de vuelta, este había sido su último paseíllo. Porque Padilla, para cuyo adiós estaba preparada la tarde y el ambiente, aún toreará un puñado de corridas más en América, una vez que en esta última actuación en España ha recogido todo el cariño del público de una plaza donde hace justo siete años sufrió aquel dramático percance que, por su entereza al superarlo, le granjeó una tremenda popularidad. De hecho, las mayores ovaciones se las llevó el veterano diestro de Jerez antes y después de enfrentarse a su lote: la que tuvo que saludar al terminar el paseíllo y las que se extendieron en la dilatada y sentimental vuelta al ruedo que dio tras matar al quinto y en la que finalmente le dieron antes de salir a hombros.

Menos eco y emoción tuvo, en cambio, lo sucedido con sus dos toros, un primero rajadito y bonancible que nunca le puso en el mínimo aprieto, y un cuarto de excelsa calidad en la embestida, con los que el de Jerez hizo lo que pudo, y no muy lucido, ni siquiera con las banderillas.

Talavante, en cambio, solo se llevó una de las cuatro que, de no fallar con los aceros, se merecieron sus dos excelentes faenas, las más redondas y macizas no solo de la tarde sino también de toda la feria del Pilar. A su primero, que a su prontitud y a su repetidora bravura unió un exigente temperamento, el de Badajoz le cuajó varias series de intensos muletazos e inspirados remates con ambas manos, con un valor sin rigidez, con una suelta naturalidad dentro de su absoluta entrega. Pero un pinchazo dejó el premio en la mitad.

José María Manzanares también se fue con el de Jerez, solo que como miembro de un séquito triunfal que también integraron otros toreros de paisano, como Ortega Cano, Cristina Sánchez, Juan José Padilla, Antonio Ferrera... Y eso que el lote que correspondió en suerte al alicantino fue el más completo de la excelente corrida de Cuvillo. Décimo y último festejo de abono de la Feria del Pilar, con cartel de «no hay billetes» (10.000 espectadores).