Los 7.520 trasplantes que acumula el hospital Reina Sofía en los últimos 39 años tienen nombre propio, como el de Fernando Pastor, Rafael Cejudo, Carmen Vargas, María Jesús Castillo o María Caballero. De forma individual cada uno de ellos se somete a sus revisiones habituales en el Reina Sofía después de que un día recibieran la llamada en la que les avisaban que había un órgano para ellos, tras producirse el milagro de la vida que supone la donación.

Durante la Semana del Donante que organiza el Reina Sofía es habitual que coincidan muchos de ellos en actividades más lúdicas que una consulta médica. Son muchos los que participarán en la 16 Marcha por la Donación, que se desarrollará mañana, a partir de las 20.00 horas por el Vial Norte, y otros se ponen al frente de las mesas informativas que las asociaciones de trasplantados presiden durante toda la semana.

Concretamente, en la mesa de Alcer Córdoba estaban ayer María Jesús Castillo, de 46 años, que lleva 15 meses trasplantada de riñón. «Debido a una poliquistosis renal que me diagnosticaron hace unos cuatro años tuve que empezar con diálisis, pero afortunadamente pronto pude recibir un trasplante. Esta enfermedad renal dio la cara debido a que yo padezco esclerosis múltiple y en una revisión lo supe», señala María Jesús. En la mesa informativa estaba además María Caballero, de 63 años, y trasplantada de riñón desde hace 9. «Yo también tenía poliquistosis renal y, tras cuatro años en diálisis, pudo beneficiarme de un trasplante de riñón. Gracias a ese gesto de una persona generosa mi vida cambió totalmente. Antes del trasplante, mi vida era ir a diálisis y estar en mi casa, mi cuerpo no daba para más», relata María. Por su parte, en la inauguración de la muestra Trasplantando sonrisas estaban tres trasplantados pulmonares, Fernando Pastor, Rafael Cejudo y Carmen Vargas. Rafael, un joven de Baeza de 28 años, fue el receptor del primer trasplante bipulmonar y hepático realizado por el Reina Sofía en el 2004 gracias a una donación multiorgánica. Su intervención fue la primera de este tipo que se hizo en España.

El gaditano Fernando, que tiene 64 años, necesitó hace 8 años un injerto pulmonar debido a que padecía enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y enfisema pulmonar, mientras que la cordobesa Carmen, de 69 años, lleva otros 4 años trasplantada como consecuencia de una fibrosis idiopática que la obligó a ponerse en lista de espera. Todos estos pacientes se sienten parte de la historia de los trasplantes del hospital universitario Reina Sofía, de esa gran familia que integran donantes, sanitarios y pacientes.