El mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, declara hoy en la Audiencia Nacional por un delito de sedición. También lo harán los líderes de las entidades ANC y Òmnium, Jordi Sanchez y Jordi Cuixart, y la intendente Teresa Laplana. Esta última, el 20 de septiembre, estaba a cargo del operativo desplegado para contener la protesta que se desencadenó frente a la Consejería de Economía. Todos están siendo investigados por impedir -o, mejor dicho, por no actuar para evitar que la movilización impidiera- el trabajo de los agentes de la Guardia Civil que arrestaron a los 14 cargos públicos que organizaron el referéndum independentista.

Desquite judicial

La jornada del 1-O ha dañado gravemente la relación que los Mossos mantenían con la Guardia Civil y la Policía Nacional. Pero también ha enrabietado a parte del poder judicial, que sospecha que la policía catalana -con Trapero a la cabeza- desacató la orden de actuar. Por eso varios jueces investigan si no pudieron retirar las urnas o, lo que sucedió en realidad, fue que no quisieron. El Ministerio de Interior analiza una grabación en la que se ve a mossos llevarse urnas entre aplausos. Hubo guardias civiles que tomaron fotografías de los mossos en los colegios, para certificar con imágenes lo que a su juicio era una actitud de desobediencia hacia a la orden judicial de impedir la consulta. Desde aquella jornada, son varios los agentes catalanes que tienen miedo de ser los siguientes en el desquite que preparan la Guardia Civil o el poder judicial. Esta caza de supuestos desobedientes está en marcha.

Ahora son los mossos los que se quejan del rechazo que comienzan a recibir por parte de otros cuerpos de seguridad estatales. También de movimientos como el de la base militar de Sant Climent de Sescebe, que ha vetado esta semana la entrada a mossos que hacían allí práctica de tiro. O de que, según afirman, hayan sido los sindicatos de la Policía Nacional los que han pedido que se aborte su incorporación al Citco (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado).

División interna

La presión externa está dividiendo internamente a los Mossos. Algunos creen que tendrían que haber hecho más para cumplir el mandato judicial durante el día 1. Otros creen que hicieron lo correcto al estar junto a los ciudadanos. No hay mucha discusión, sin embargo, al juzgar duramente la actuación de los antidisturbios el pasado domingo. Sobre todo la de los efectivos de la Policía Nacional, y no tanto los de la Guardia Civil.

«Hay algunos policías, no todos, que vinieron aquí a repartir», explica un mosso, en alusión a las unidades desplazadas a Cataluña por el Ministerio de Interior y salvando a los funcionarios que viven y trabajan aquí desde hace muchos años. «Si te metes en foros policiales notas que fuera de Cataluña hay agentes que tienen un sentimiento anticatalanista», mantiene. «Fue una actuación desproporcionada», denuncia otro mosso. «Yo lloré mucho viendo las imágenes de estas actuaciones policiales. Pegaron e insultaron. Y cargaron en poblaciones de 300 habitantes», añade un tercer policía catalán. «Lo que hicieron algunos fue vergonzoso», concluye otro.