No es la primera vez que habla con Diario CÓRDOBA. Después de ocho años en la residencia San Rafael Vitalia, Pura Fernández es casi una institución. Prudente, sensata y con una mente preclara, transmite serenidad y es ejemplo claro de que estar en una residencia puede ser una opción personal. «Tengo ocho hijos, pero los quiero a todos libres», dice cada vez que se le pregunta por qué no vive con su familia. A sus 89 años, goza de un espíritu joven que la mantiene atenta a la realidad. «No veo la televisión, pero sé lo que está pasando en Cataluña», explica, «la tele me da sueño, yo prefiero pintar y leer porque me mantiene despierta y viva». Natural de un pueblo extremeño, vino a Córdoba cuando su marido fue contratado en la Electromecánicas, pero se quedó viuda cuando su hijo más pequeño tenía solo cuatro años, así que no le quedó más remedio que tirar sola del carro. «Me preparé para ser maestra, como mis hermanos, pero no me dejaron examinarme, así que no tengo título», explica mientras retoca el cuadro de tulipanes violeta que tiene entre manos, «así que he ejercido con mis hijos, que son mi mejor obra, y ayudando a los niños y las madres del Sector Sur, donde vivíamos». No se siente sola. «Todos los días viene algún hijo a verme, me siento bien aquí».