Poco después de que el presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán, llamara a la unidad de los políticos en la defensa del modelo de financiación autonómica, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, aprovechaba la gala de entrega de las medallas de Andalucía para reivindicar una financiación justa. «Es necesario reiterar la urgente e inaplazable necesidad de contar con un sistema de financiación que permita que Andalucía tenga los recursos necesarios para hacer frente a sus obligaciones», dijo, «porque defender la financiación de Andalucía es defender a Andalucía». Tras su rotunda afirmación, hizo un recorrido por todas las cuestiones que no se pueden proteger sin dinero, como la educación, la sanidad, la investigación, la cultura, el medio ambiente y el deporte. Tras animar a «no asistir impasibles al vaciamiento de la Constitución por la vía del estrangulamiento financiero de las comunidades autónomas», la presidenta aludió al reciente acuerdo en esta materia «con respaldo de casi todo el Parlamento» para concluir aseverando que «Andalucía no va a volver al pasado, a desandar un camino que nos ha permitido avanzar como nunca en nuestra historia, no vamos a retrotraernos a un modelo que consagre la división, la discriminación y la desigualdad».

A falta de alfombra roja, Susana Díaz, muy dada al bicolor en esta fecha, apareció ayer vestida de negro de la cabeza a los pies, quién sabe si en solidaridad con las artistas de Hollywood y su denuncia contra los abusos. Fuera o no esa su intención, lo que no faltó en su discurso fue un mensaje contra el machismo que empezó aludiendo a Martin Luther King y su frase célebre: «Tengo un sueño», para preguntarse a renglón seguido «¿hasta cuándo tendremos en pleno siglo XXI que seguir considerando un sueño que acabe la violencia contra las mujeres y la lacra machista que vivimos en nuestro país?». A solo unas jornadas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, aseguró que «ese es nuestro sueño, que las mujeres sean noticia por su esfuerzo o por sus éxitos» y no por «el hecho terrible de morir a manos de sus parejas».

La presidenta, acompañada en el escenario por el presidente del Parlamento, fue la encargada de entregar la mitad de los galardones, los más artísticos y alguno muy emotivo. En concreto, a la sobrina de Chiquito de la Calzada, a título póstumo, sobre el que lamentó profundamente que «haya llegado tan dolorosamente tarde». No hubiera estado de más un vídeo recordando al hombre que hizo verdad el título Genio y Figura del programa que lo catapultó a la fama. Díaz también fue la encargada de entregar el premio al bailaor granadino Rafael Amargo y al actor sevillano Paco Tous, con quienes se fundió en efusivos abrazos; a José Luis de Augusto, el ingeniero de vuelo que sobrevivió al ensayo del A400M, contra cuyas secuelas sigue luchando; a Carolina Marín, la primera jugadora no asiática campeona olímpica; al Plan Infoca, que recogió una mujer, Nicasia Rodríguez, acompañada por 25 personas de retenes de Andalucía (donde las mujeres no eran precisamente mayoría), a la cantante Niña Pastori y a José Luis Gómez como hijo predilecto.

Durán se encargó de la entrega con menos lentejuela. En concreto, al hijo predilecto Guillermo Antiñolo, a los empresarios Miguel Ángel Rodríguez (relojero del Grupo Festina), al paisano cordobés Francisco Jiménez (de Iluminaciones Ximénez) y al Grupo Abades, en la persona de su consejero delegado; así como al Equipo Multidisciplinar de Ingeniería del hospital Virgen de las Nieves de Granada y a tres mujeres, la profesora Elvira Roca, la presidenta de la Asociación Amigos de los Íberos, Pilar Palazón, y la primera mujer española piloto de caza del Ejército, la almeriense Rosa García-Malea.