Dice el refrán castellano que «la buena otoñá, por san Bartolomé comenzará». Ciertamente, se trata de un dicho de Castilla muy ajustado a esas latitudes, pero no tanto para Andalucía, donde es raro que tan temprano, un 24 de agosto, comiencen las primeras lluvias otoñales. Al respecto, y antes de poner hoy el contador a cero para el año agrícola 2018-2019, bien cabe hacer balance de un año agrícola atípico en Córdoba en precipitaciones. Se trató de un año extraordinariamente seco, además de caluroso, hasta un providencial 27 de febrero en el que dieron un giro absoluto las condiciones meteorológicas, iniciándose un periodo de paso de sucesivas borrascas atlánticas que beneficiaron especialmente al Valle del Guadalquivir durante marzo, abril, mayo y junio.

Sin embargo, la recuperación no fue por igual en todas las comarcas cordobesas, ya que si bien parte del Alto Guadalquivir y entorno de la capital han quedado por debajo de los valores medios, los Pedroches, el Alto Guadiato, la Campiña y la Subbética han acabado registrando un año de lluvias superiores a la media, en ocasiones más del 20%, como en el caso de Espiel.