El juicio a cinco miembros del grupo de machotes llamado la Manada por la presunta violación de una joven en los Sanfermines del 2016 ha hecho fosfatina el lema consensuado contra las agresiones sexuales. El proceso ha revelado la inutilidad del «no» es no. E incluso su nocividad. La chica no dijo «no». En este punto han coincidido ante el tribunal ella y ellos. Y como no dijo «no», los salidos gañanes actuaron como si hubiera dicho «sí». Les importó un pimiento que la mujer pareciera un autómata, según el testimonio de policías que han visto las imágenes grabadas por la cuadrilla, a la que imaginamos eufórica en ese momento de triunfo depredador. Ni se les pasó por la cabeza que estuviera paralizada por el miedo, como declaró la denunciante. Al fin y al cabo no tienen por qué tener conocimientos de lenguaje corporal y la empatía no se enseña en la escuela. Con la consigna solo «sí» es sí no tendrían excusa los acusados y de paso futuras denunciantes de agresiones sexuales se ahorrarían tener que demostrar que no son unas guarras.

La violencia machista ha asesinado en el 2017 a 48 mujeres (a las que podrían sumarse hasta cuatro más de otros tantos casos en estudio) y ocho niños. Cinco de las mujeres asesinadas tenían medidas de protección en vigor, a una se le habían retirado y también a una se le habían negado. En el 14,6% de los casos de mujeres asesinadas por su pareja o expareja, pues, falló el sistema policial o judicial. Está muy bien el pacto de Estado contra la violencia de género alcanzado en el 2017, pero estaría todavía mejor una mayor eficacia del abecé de la protección de las víctimas.

OCTAVO AÑO DE RECORTES

Comienza el octavo año de los recortes en el sector sanitario, aunque poco a poco se empieza a vislumbrar una mejoría en algunas comunidades autónomas.

Millones de españoles disponían el pasado año de un seguro médico privado, con un fuerte aumento respecto al periodo anterior. El motivo de este aumento es huir de las listas de espera para acudir al especialista o hacerse las pruebas diagnósticas que siguen bajando en el tiempo de espera pero que en algunos casos llegan a ser desesperantes.

Un negocio principal de la mafia siciliana era el inmobiliario. Fomentaba la degradación de barrios enteros mientras construía viviendas en el extrarradio, en muchas ciudades españolas. Cuando el barrio era una ruina, a los residentes no les quedaba otra que comprar el piso al que estaban predestinados.

Hay quien compara esta situación con lo que ha ocurrido en la sanidad pública con la sanidad pública y, si bien aquí no obedece a una estrategia, son cosas que pasan, eso cabe suponer al menos. Los gobiernos autonómicos están realizando esfuerzos económicos para revertir la situación de la sanidad pública, mejorando la atención y reduciendo las listas de espera, pero queda mucho por hacer todavía y poco el dinero del que se dispone por el momento.

DESIGUALDAD FLAGRANTE

La desigualdad es flagrante en la educación. Si es grave que el abandono escolar prematuro esté en el 20% en el conjunto de España, solo por delante de Malta en la Eurozona, más grave es que este indicador se cebe con los pobres. El 34% de los alumnos con nivel socioeconómico bajo repiten curso, por el 8% de los estudiantes con nivel socioeconómico alto. Los problemas están identificados: la concentración de los primeros en escuelas gueto y una ESO que pide a gritos una renovación, empezando por la formación de los docentes.

Tras los incendios de Galicia («terrorismo incendiario», dijo Feijóo) y con España en una grave sequía, el Gobierno ha prometido para este año una ley contra el cambio climático. No se hagan grandes esperanzas: España es uno de los pocos países europeos que no se han comprometido a renunciar al carbón, donde todavía hay algunas regiones que viven de su extracción aunque su producción va cayendo en picado y sigue sin haber planes alternativos para crear empleo allí donde se destruye y sus ayudas a la compra de vehículos eléctricos son insuficientes

Hemos pasado del primo de Rajoy, aquel que decía que eso del cambio climático casi era un cuento, a buscar soluciones pero sin aumentar el presupuesto. Y a todo ello se suma ahora que Donald Trump ha sacado a EEUU del tratado del cambio climático. Una situación que dirige al mundo al precipicio.