Conchi Poyato tiene una hija de 17 años a la que le detectaron ataxia de Friedreich con 14, una enfermedad neurodegenerativa que causa en quienes la padecen una pérdida progresiva de muchas de las funciones necesarias para una autonomía personal: pérdida de sensibilidad, descoordinación en los movimientos, escoliosis... «Empezó con problemas de equilibrio», explica Conchi, que se queja de la falta de medios. «Los niños de más de 6 años no reciben rehabilitación, la tenemos que pagar las familias y las sesiones cuestan caras, pero sin eso mi hija estaría en una silla de ruedas», afirma.