«Esto no tiene más que una solución: o la economía mejora, o la posibilidad de que la población se recupere es prácticamente imposible» afirma José Naranjo, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Córdoba, al ser preguntado por el agravamiento de la despoblación en los pueblos de Córdoba. De este modo, Naranjo entiende que «en Córdoba no hay muchas condiciones óptimas para tener hijos» y señala que «el empleo es fundamentalmente rural y no estable».

Junto a este, apunta otros factores como la tendencia que tienen las parejas en la actualidad a reducir el número de hijos y la situación de los jóvenes, que en muchos casos consiguen su estabilidad laboral entre los 35 y los 40 años de edad, lo que contrasta con la edad óptima para la procreación que, según detalla, se encuentra entre los 20 y los 30 años.

También alude a la tasa de reposición, aclarando que este es el número de hijos que una mujer tendría que tener para garantizar que se mantiene la población y apunta que «lo normal sería, teniendo en cuenta a una pareja de dos, como mínimo, una tasa de dos o algo más, pero está por debajo de uno». Así, este catedrático abunda en los inconvenientes que encuentran los jóvenes para poder formar su propia familia y hace referencia a la «quimera» que supone abandonar el hogar de los padres teniendo una vivienda estable y propia, ya que «no pueden ni pagarse un alquiler» en muchos casos.

Además de esta situación, apunta que, «si se compara con el resto de Europa, es ridículo lo que recibe una pareja en España por tener hijos», porque este «es uno de los países más atrasados en políticas de protección familiar», detalla.

En este sentido, preguntado por si se están tomando medidas desde las instituciones públicas para frenar el vaciamiento de los municipios, responde que «en absoluto» y subraya que «esto requiere una acción de Estado». A esto añade que «no hay actitud de retener población, sino xenófoba e irracional», explicando que «se está planteando echar a imnmigrantes, que son los que tienen que pagar nuestras pensiones con sus impuestos», abundando en que «la población española está envejeciendo a tal velocidad que va a ser difícil que haya población autóctona que pueda mantener el Estado».

Los incrementos

Acerca de los crecimientos de población registrados en las capitales de Almería y Málaga en la última década, José Naranjo relaciona el primer caso con la existencia de empleo que atrae a extranjeros y el segundo, con un «efecto turístico que es fundamental y un cierto movimiento industrial».

En la capital cordobesa, el número de residentes prácticamente se ha estancado desde el inicio de la crisis y Naranjo subraya que el retroceso «solo se puede solucionar con la inmigración, de los pueblos a la capital o del exterior. Población joven que sí esté en edad de procrear, porque el envejecimiento de Córdoba es preocupante».

Por otra parte, si bien el conjunto de la provincia ha ganado un 2% de población durante los últimos veinte años (ahora tiene 785.240 residentes), en este periodo sobresalen, entre otros, dos municipios que han registrado subidas destacadas. Así, en La Carlota ha crecido un 37%, hasta los 14.067 vecinos, y en Lucena, un 20%, por lo que tiene 42.530. Consultado por esta situación, el catedrático de la UCO explica que el resultado podría deberse a que en La Carlota se han construido «promociones de viviendas atractivas y a escasa distancia de la capital», y alude a su situación privilegiada, próxima a la autovía, detallando que, al existir población que utiliza esta localidad «como pueblo dormitorio», esto genera movimiento económico, lo que redunda, a su vez, en el establecimiento de más habitantes. Sobre Lucena, José Naranjo recuerda que esta ciudad vivió una situación económica de gran prosperidad, lo que contribuyó al establecimiento de muchos inmigrantes, aunque en estos momentos esa situación de crecimiento económico y demográfico «se ha ralentizado» debido, entre otras causas, a la crisis.