Crecer en un barrio desde pequeño no siempre es motivo de orgullo para los vecinos. El 90% de los vecinos de Las Palmeras lleva más de media vida viviendo en esta zona de la ciudad y aún así se irían porque no se sienten ciudadanos de primera.

El 90% de los vecinos de Las Palmeras no quieren vivir allí, se irían si tuvieran la oportunidad, más del 70% no están satisfechos de la vida que tienen en el barrio y solo un 13% dice sentirse orgulloso de pertenecer a esta zona y creen que el resto de Córdoba lo percibe como un territorio marginal. Tanto es así, que los propios residentes de Palmeras evitan escolarizar a sus hijos en los centros de esta zona, en un sentimiento colectivo de rechazo que parece tener proyección en el resto de la ciudad, ya que el 90% de cordobeses tampoco elegirían vivir en Palmeras. Los motivos de ese rechazo están claros y van desde la percepción de inseguridad, violencia y abandono a la falta de servicios y la ubicación.

La mayoría coinciden en reclamar más vigilancia policial, se quejan porque faltan zonas verdes para el esparcimiento, parques infantiles, instalaciones deportivas, comercios y medios de transporte público o carril bici que hagan más accesible esta zona.

La situación no es irreversible. El 70% de los vecinos encuestados dice que si cambiaran las circunstancias se plantearían quedarse aunque, otra vez, el 80% cree que la situación seguirá igual o irá a peor.

Con estos mimbres, el diagnóstico del barrio y la asociación de vecinos Unión y Esperanza, cuyo nombre viene al pelo, insisten en la «imperiosa necesidad de reconstruir la confianza en las instituciones, sensibilizar y concienciar a las personas de que el cambio es posible y que, para que se produzca, hay que contar con ellos».