Pepe y Juan son dos usuarios del programa Pigmalión de 32 y 29 años respectivamente. Ambos tienen diagnosticada una enfermedad mental, cuentan con un tratamiento farmacológico y acuden a las terapias del Programa Pigmalión para desarrollar estrategias con las que gestionar mejor sus altibajos.

«Tenemos talleres de rehabilitación cognitiva para la memoria, porque la medicación nos afecta, talleres de autoconocimiento, de resilencia y también para mejorar las relaciones con otras personas», explica Juan.

Pepe empezó en el programa hace seis años por recomendación de su psiquiatra. «Tenía mucha ansiedad y pedía ayuda en casa -comenta sincero-. Ahora que estoy en tratamiento me gustaría poder encontrar un trabajo y llevar una vida normal». Para ello está asistiendo a unas prácticas. «Me quedan unas asignaturas para terminar el grado de Turismo y me gustaría trabajar en una agencia de viajes o como recepcionista de un hotel -apunta-. La ansiedad ha disminuido mucho y ahora me siento más estable». Las relaciones personales han mejorado desde que asiste a las terapias. «Antes apenas tenía amigos, ahora me relaciono con más personas», asegura.

A su lado, Juan asiente con la cabeza porque él se encuentra en un momento similar. «Yo también quiero empezar a trabajar, como informático que es lo mío», aclara. Para mejorar su formación, acaba de terminar un curso con el que espera tener más oportunidades. «Podemos tener una recaída o caer en una depresión, pero ahora es distinto porque sabemos qué hay que hacer y, algo muy importante, contamos con la ayuda necesaria para tratar nuestras emociones», asegura Juan. Se nota que ambos son jóvenes que han debido sufrir el rechazo de otros por sus dificultades, aunque han sabido afrontar la situación con valentía y plantar cara a la enfermedad de la mano de los profesionales y de su familia, que les respalda en ambos casos.

Tamara Jiménez, la psicóloga de Asaenec, comenta que para ambos «la enfermedad mental es parte de su vida», por lo que es importante que aprendan a convivir con ella y a llevarla lo mejor posible. Para ello, trabajan «el miedo al rechazo y el mindfullness», una forma de meditación que ayuda a tomar conciencia de la realidad para poder afrontarla mejor.