Pedro Sánchez despidió ayer en Barcelona la campaña más centrada en Cataluña. Mañana se decidirá cómo le sale su arriesgada apuesta de repetir elecciones antes que pactar con Unidas Podemos. A excepción del CIS, ninguna de las otras encuestas le auguran el aumento de escaños que sí pronostican a Vox y PP, que se atisban como los dos grandes beneficiados por los nuevos comicios. En un principio, desde el PSOE se calculaba que podrían subir de los 123 actuales hasta la frontera de los 140. Calculaban por entonces que se hablaría más de crisis económica, del brexit y que no sería un monotema de Cataluña, asunto que pensaban que también les iba a reforzar, en contra de lo que está ocurriendo. Ahora consideran que aunque se quedaran casi con los mismos escaños el panorama sería totalmente distinto, ya que el resto de partidos tendrían que abandonar las posturas de bloqueo para no ir a unas terceras elecciones.

Como en abril, el presidente en funciones ha intentado no cometer errores, pero ha tenido un par de tropiezos que le pueden penalizar: el lío con el federalismo en su programa del PSOE y, sobre todo, el de la fiscalía y Carles Puigdemont. Desde las filas socialistas valoran que este último percance tampoco les costará tantos votos y lo achacan al cansancio del final de campaña, en el que Sánchez ha multiplicado sus entrevistas para intentar frenar el auge de Vox. En este último tramo, el líder del PSOE ha vuelto a azuzar el fantasma de los ultras para movilizar a sus votantes. En este sentido, la inquietud en la Moncloa es que si se producen incidentes en Cataluña, ello termine de lanzar a la extrema derecha en las urnas.

A los socialistas y a los indecisos les pidió garantizar que «haya Gobierno, frenar a los franquistas y tener un Gobierno progresista que luche por la justicia social». Un Ejecutivo moderado frente a los «extremistas», como definió a Vox y a los independentistas, que permita «romper el muro del bloqueo».

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Tanto Sánchez como el líder del PSC, Miquel Iceta, se refirieron metafóricamente a la caída del Muro de Berlín, de la que hoy se cumplen 30 años. «No permitiremos que el odio nos gobierne. El amor volverá a derribar los muros del odio. No permitiremos más fronteras, más divisiones ni más trincheras», avisó Iceta antes de cargar contra la derecha y el secesionismo, acusándoles de estar acomplejados por Vox y la CUP. Acompañado del presidente del Senado, Manuel Cruz, y del ministro de Exteriores, Josep Borrell.

El ministro empezó su intervención recordando Yugoslavia y los «150.000 muertos» en las guerras de los Balcanes, y criticando que haya quien diga «que tenemos que ser como Eslovenia o Kosovo», en alusión a Quim Torra. «¿Solo son catalanes los que piensan como ellos? No nos iremos a ninguna parte porque esta es nuestra tierra», sentenció.