Las opiniones del primer ministro de Bélgica, Charles Michel, sobre Cataluña, el diálogo y la mediación han levantado ampollas en el palacio de la Moncloa. El liberal francófono belga, que gobierna con los nacionalistas flamencos de la N-VA, fue el primer mandatario europeo en condenar la violencia policial del 1-O. El pasado sábado reiteraba su posición en una entrevista en Le Soir en la que decía que en España no hay una crisis jurídica, sino política, y en la que pedía diálogo y apostaba por la mediación en caso del fracaso del diálogo interno.

Unas declaraciones que han generado malestar y enfado en Mariano Rajoy y que han amenazado con una crisis diplomática entre Bruselas y Madrid, aunque por ahora, según ambas partes, se trata de roces. «Estamos intentando limitar nuestra reacción, pero consideramos absolutamente inaceptable que el Gobierno belga sitúe al mismo nivel a un Gobierno regional que incumple grave y flagrantemente el ordenamiento jurídico de un Estado miembro y al Gobierno de este Estado que tiene la obligación inexcusable de cumplir y hacer cumplir la ley para garantizar los derechos y libertades de todos los ciudadanos», advirtió en una misiva el director para Europa y el G-20 de la Presidencia del Gobierno español, Álvaro Renedo, al embajador belga en España. En el mensaje, dado a conocer por los medios de comunicación de ese país, Renedo asegura que en la Moncloa están «estupefactos por las declaraciones del primer ministro en Le Soir».

La consecuencia de este enfado podría ser la retirada del apoyo de España a la candidatura de la belga Catherine de Bolle como próxima presidenta de Europol, el organismo europeo de coordinación policial, aunque fuentes de la Moncloa niegan que la decisión esté tomada y recalcan que en todo caso se tendrán en cuenta criterios «objetivos» a la hora de tomar esta decisión.

Fuentes del Gobierno también rechazaron la existencia de una crisis diplomática entre Bruselas y Madrid, aunque el malestar por que se haya conocido el contenido del mensaje (enviado «en un contexto de confianza y sin utilizar los cauces diplomáticos», señalan esas fuentes) es evidente.

El propio primer ministro belga atribuyó este rifirrafe diplomático a un «malentendido» y al «nerviosismo» que hay en España.