El cooperativismo es una de las fuerzas sociales y económicas mayores del mundo». Así de rotundo se mostró ayer el presidente de Covap, Ricardo Delgado Vizcaíno, en su conferencia Los retos del cooperativismo cordobés: el modelo de Covap tras 60 años de historia, que tuvo lugar en la presentación del Anuario Agroalimentario de Córdoba. Delgado Vizcaíno hizo una defensa de este modelo empresarial, de su importancia, de los retos y problemas que tiene. No dudó en remarcar que, junto al aspecto económico, las cooperativas tienen un importante valor social en las zonas en las que ubican para contribuir a «la cohesión territorial, a fijar la población al territorio, dando vida a nuestros pueblos, frenando la despoblación de esa España vaciada de la que se habla hoy».

El máximo dirigente de Covap recordó que hoy el 50% de la producción agrícola mundial está en manos de cooperativas (en Andalucía hay 710, de las que un centenar están en Córdoba). Pero esa importancia, como destacó, se enfrenta a nuevos retos de futuro, entre los que situó en primer lugar la necesidad de un crecimiento sostenible, respetuoso con el medio ambiente para responder a «una sociedad muy sensibilizada». «Cambio climático, bienestar animal, uso racional de antibióticos; una agricultura y ganadería de buenas prácticas, con un discurso y argumentos sólidos frente a no pocas exageraciones que escuchamos a diario», puntualizó Delgado Vizcaíno.

Las cooperativas y la industria agroalimentaria deben adaptarse a un mercado globalizado, «competitivo y complejo, inestable», para el que se exigen actuaciones en este modelo empresarial. El cooperativista cordobés defendió una concentración de los suministradores de insumos y de la distribución, una adaptación a los cambios en los hábitos de consumo, la reacción a la aparición de nuevas tecnologías o los cambios demográficos, las migraciones, los conflictos bélicos, el hambre, los proteccionismos, los nacionalismos, la política de Trump, el brexit o la despoblamiento del medio rural. Por eso, ante este panorama, hizo una defensa de los procesos de concentración ante la atomización existente. «La industria agroalimentaria, en general, y las cooperativas agrarias, en particular, necesitan de un verdadero proceso de concentración».

Y para ello dio una serie de claves para el coooperativismo. Ricardo Delgado propugnó una mayor mentalidad empresarial y una mayor profesionalización, en la que la formación es importante. También reivindicó una mayor orientación al mercado y más innovación. Para ello, consideró que es necesario una comunicación más activa y un marketing más innovador, junto con un relevo generacional, para lo que hay que hacer atractiva la actividad agraria, e incorporar a la mujer. Por último, defendió una mayor colaboración entre las cooperativas agrícolas y las ganaderas.

«En Los Pedroches no se daban las condiciones, pero hubo personas, y las sigue habiendo, que tuvieron, que tienen, la voluntad, la fe y la confianza de hacerlo. Y como no se daban las circunstancias, las crearon; haciendo de la necesidad, virtud», dijo Delgado Vizcaíno, que reivindicó el modelo de Covap, que ha estado basado en «personas con liderazgo, en la honestidad, el emprendimiento y la visión empresarial».