Derek Riding lleva 28 años en España, aunque mantiene la nacionalidad británica. Casado con una cordobesa y padre de dos hijos, es autónomo y ejerce de profesor de inglés. Contempla con cierto desasosiego el escenario que se abre en su país de origen con la salida de la Unión Europea y asegura que, aunque él no ha podido votar en el referéndum -al llevar más de 25 años fuera no tiene derecho a hacerlo-, tiene claro que su postura habría sido la de permanecer bajo el paraguas de Bruselas. A su juicio, Reino Unido «puede perder influencia al no estar sentado en Europa» y tiene claras las consecuencias negativas directas de no contar con el acuerdo del Parlamento. «Si vamos a un brexit duro, como le llaman, el PIB va a caer en torno a un ocho o diez por ciento y eso a nivel económico es muy difícil».

Riding recuerda que el principal cliente de los fabricantes británicos es Europa «y ahora podemos perder mercados». Así, este ciudadano del Reino Unido manifiesta que «no quiero ver a mi país sufriendo», por lo que considera que habría sido más positiva la permanencia en Europa. Sea como sea, afirma que entiende el sentimiento antieuropeísta que se ha instalado en un sector de la sociedad británica al que «no le gusta ver cómo el Parlamento, con 500 años de antigüedad, puede quedar bajo el control de Bruselas». Menos comprende «la mentalidad poco multicultural» que también advierte entre sus conciudadanos. Eso, a juicio Riding, «ha calado y ha hecho que, sobre todo los mayores, voten en plan nacionalista, mientras que los jóvenes se han decantado por permanecer en Europa». HSPgB