La unidad de cirugía pediátrica del hospital Reina Sofía aplicó recientemente con éxito una novedosa técnica a un bebé de ocho meses que presentaba una fístula traqueosofágica (conexión entre el esófago y la tráquea) recurrente, como consecuencia de su malformación congénita. Fue la primera vez que se ha desarrollado con éxito esta técnica en España a un paciente pediátrico, según la bibliografía científica consultada, si bien, existe constancia de otros pocos casos en el mundo con esta misma patología.

La niña, que tiene ahora dos años, desarrolla una vida completamente normal. Nació de forma prematura con atresia de esófago, malformación congénita que consiste en la falta de continuidad en el esófago, es decir, el esófago está dividido en dos partes y sin comunicación, lo que imposibilita que el bebé pueda comer e incluso deglutir su propia saliva. Además, una de estas dos partes del esófago está comunicada con la tráquea. La prevalencia de esta enfermedad es de uno de cada 3.500 casos nacidos, por lo que se considera una patología rara. Al nacer fue operada en el Reina Sofía para conectar ambas partes y pasó 42 días en la UCI de neonatos hasta que se recuperó.

Sin embargo, a los ocho meses sufrió una complicación de la fístula traqueosofágica, es decir, se abrió, por lo que la comida que pasaba por el esófago hasta el estómago podía llegar a la tráquea y a través de esta a los pulmones, una circunstancia muy grave que sucede en hasta el 20% de los niños operados al nacer y que comúnmente necesita de más intervenciones para cerrarla.

Ante esta situación, profesionales del Reina Sofía decidieron desarrollar la nueva técnica, que consiste en aplicar un ácido por vía endoscópica en la zona exacta en la que se había reproducido la fístula. La decisión de realizar esta técnica (llamada esclerosis de fístula traqueoesofágica por vía endoscópica con ácido tricloroacético) fue tomada por un equipo multidisciplinar de profesionales de cirugía pediátrica, pediatría, neonatología, neumología y farmacia. La alternativa al uso de esta técnica hubiera sido volver a operar a través de la cavidad torácica, lo que conllevaba mayor agresión quirúrgica y riesgo de complicaciones. El cirujano pediátrico José Ignacio Garrido resalta que «en el hospital registramos una media de 5 pacientes al año con diagnóstico de atresia de esófago con fístula, una seria patología congénita que desafía la labor de cirujanos y neonatólogos, entre otros profesionales, para alcanzar la máxima supervivencia y calidad de vida».