Juan Manuel Guijo, uno de los antropólogos encargados de los trabajos de exhumación en Córdoba, fue ayer, junto a Carmen Jiménez, también el responsable de practicar la sencilla e indolora prueba de ADN a las decenas de familiares que acudieron al centro cívico de Poniente. Aunque hay varios modos de hacer esta prueba (también se han mandado kit para hacerlas en casa), se optó por recoger células epiteliales haciendo un frotis bucal con un hisopo (bastoncillo) por la cara interna de cada carrillo. «Eso es suficiente para obtener un perfil de ADN», explica el antropólogo. Junto a cada hisopo se registra el grado de parentesco de la persona con el desaparecido, así como la solicitud oficial para la exhumación (ayer se cumplimentaron 60) y un documento oficial para la entrega de las muestras biológicas. «A cada persona se le pone un número y debemos ser extremadamente cuidadosos con esa numeración». Luego, la prueba y los documentos numerados se meten en un sobre que debe sellarse. El equipo investigador llevará hoy mismo todas las pruebas al banco de ADN de Andalucía, que dirige el catedrático de Medicina Legal y Forense en la Universidad de Granada, José Antonio Lorente. «En el caso de Córdoba vamos a poder entregar muestras de los huesos encontrados en la Salud para que se crucen con las de ADN», añade Guijo, «eso es muy importante para que el laboratorio acometa la extracción de perfiles genéticos». A continuación, la Junta de Andalucía va enviando los resultados a los familiares de manera confidencial y, en caso de que haya un hallazgo, se hace entrega de los restos. Juan Manuel Guijo estaba contento ayer por la extracción masiva en Córdoba, aunque recuerda que «hay mucha gente que ya ha muerto» y lamenta que se haya empezado «demasiado tarde».