Aterrizan los últimos sondeos. Sin cambios apreciables sobre los de hace una semana. Sin resolver nada porque todo sigue siendo posible. Un desperdicio. En medio de la incertidumbre, la incredulidad, el agobio o la indiferencia, la demoscopia ha pasado a formar parte de una realidad virtual de la que se habla mucho aunque nadie se la acabe de tomar en serio. ¿Un 40% de indecisos? ¡Pero si llevamos meses dando vueltas a los mismos argumentos e invenciones! El sábado a la noche, en La Sexta, un debate de candidatos segundones pero significativos se convirtió en el no va más de la reiteración. Nadie supo decir nada nuevo. Ahora, a diestra y siniestra solo queda una última esperanza: el vuelco.

‘Deus ex machina’

Cada quién (trátese de candidatos, fontaneros de partido, militantes, simpatizantes, interesados o curiosos) imagina que el 28-A ha de ocurrir algo extraordinario que resolverá todas las dudas y amenazas. Un Deus ex machina, que en los guiones de cine y de novela gráfica viene a ser una especie de milagro capaz de darle un giro inesperado a la historia aunque rompa la coherencia del relato y todo asomo de verosimilitud. Como cuando el héroe está cayendo desde un precipicio hacia la caldera incandescente de un volcán y es salvado en la última fracción de segundo por una mano amiga, un saliente de la roca o un ave fantástica. Justo lo que Pablo Casado pedía ayer (en Toledo), cuando anunciaba que su partido presiente la remontada mientras ponía cara de tener algún as en la manga.

Casado fue él único cabeza de cartel que salió a mitinear. Los demás, Sánchez, Iglesias y Rivera, se retiraron de la primera línea de campaña para dedicarse también al rito de preparar unos debates que, supuestamente, pueden resolver el supuesto empate demoscópico. El presidente del Gobierno disfrutaba del entorno monclovita (salió a correr por la mañana). El líder de Unidas Podemos se mantenía concentrado, junto a su pareja y número dos, en esa absurda casa de Galapagar que fue para él un Deus ex machina fatal. El de Cs, cuya casa no desmerece aunque haya sido menos famosa, también estaba de ensayos, y de nuevo era su alter ego Arrimadas quien desafiaba a los secesionistas catalanes en sus propios feudos, soportando uno de esos intolerable escraches que retratan el déficit democrático del independentismo periférico.

Lo que cada cual espera

El más tranquilo, porque juega en otra liga, Abascal. Que también espera su particular vuelco, si los electores de derecha titubeantes (pero radicalizados) desoyen los llamamientos al voto útil y se inclinan a su favor. El jefe supremo de Vox está fuera de los debates y ha exigido a los medios entrevistas con cuestionario previo, lo que en la práctica le ha dejado fuera de la onda mediática. Eso sí, ha fichado al periodista de ultraderecha Herman Tersch para a las europeas.

Casado desea que los conservadores despistados vuelvan a casa (la suya). Iglesias y Rivera van admitiendo su futuro papel de bisagras activas (a izquierda y derecha, respectivamente) y lo venden como otra manera de conjurar algún tipo de vuelco favorable.

Sánchez, el más esperanzado y más inquieto ante lo que pueda suceder, se aferra a una posibilidad que redondee los buenos augurios de los sondeos: que el centroizquierda social se vuelque a su favor para cerrar el paso a una derecha dura, regresiva y desordenada. Entonces tal vez podría elegir socios de investidura y armar legislaturas estables sin mayores hipotecas. Por soñar...