Veinticinco días después de las elecciones, y tras unas negociaciones «difíciles y complejas», plagadas de recelos y desconfianzas y dudas sobre la identidad del tercer actor necesario para que saliera adelante, PP y Ciudadanos cerraron ayer el acuerdo que da por finiquitada la etapa del PSOE al frente de la Junta de Andalucía después de casi 37 años y abre paso a la alternancia en la única región donde hasta ahora no se había producido. Para ello, Cs ha cedido en su aspiración a una presidencia de la Junta que estuvo reclamando hasta bien avanzada la negociación y, además, logra minimizar el impacto de un ejecutivo con el apoyo de Vox, maniobrando para incluir a todas las fuerzas parlamentarias con voz y voto en la mesa que preside el Parlamento autonómico.

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Las elecciones pusieron del revés el mapa político andaluz. Ante la imposibilidad de formar gobierno del PSOE y Adelante Andalucía, los 12 escaños de Vox eran decisivos para un gobierno alternativo de PP y Ciudadanos. Con una gran sintonía programática, recogida en un acuerdo de 90 puntos que servirá de hoja de ruta de la legislatura, lo único que fallaban eran los recelos de los de Albert Rivera por apoyarse en una formación a la que sus socios europeos han dado de lado. Y más ante la cercanía de un vertiginoso ciclo electoral: municipales, europeas, autonómicas y quizás generales. De ahí el interés de la formación naranja por implicar a los socialistas para hacer ver que no tenían que depender de Vox.

Fuentes del PP confirmaron estos días que el partido de Santiago Abascal, pese a que ayer volvió a hacer un llamamiento en las redes sociales a no ningunear a sus 400.000 votantes, no reclamó ninguna medida a cambio de su apoyo, pero sí estar presentes en la Mesa de la Cámara con voz y voto. Una presencia nada baladí, por cuanto esa mesa es la que marca los tiempos del poder legislativo y puede facilitar, o no, los tiempos al nuevo ejecutivo y darle aire. Ciudadanos intentó de todas las formas que la composición de la mesa (incluida la presidencia que reclamaban para sí) saliera adelante con el apoyo del PSOE. Pero ayer reconocieron que era «completamente imposible», dada la negativa de éstos a entrar en cualquier acuerdo donde estuviera incluido Vox. Cerrada esa puerta, la única vía posible para dar imagen de centralidad «y cumplir la voluntad de pluralidad que han expresado los andaluces en las urnas» fue la de jugar a dar cabida a todas las fuerzas parlamentarias, desde Vox a Adelante Andalucía.

Juanma Moreno y Juan Marín, antes de la reunión que mantuvieron ayer. EFE / JULIO MUÑOZ

Con esta fórmula, definida ayer por el líder del PP Juan Manuel Moreno como «audaz y generosa», la presidencia de la cámara queda pues en manos de Ciudadanos, mientras que las vicepresidencias se las repartirán PSOE, PP y Adelante Andalucía (con el puesto «cedido» por la formación naranja al renunciar a presentar un candidato propio). La coalición de izquierdas defendió que ellos no habían entrado en ningún acuerdo con el bloque de las derechas, sino que lograban lo que les correspondía por derecho. Asimismo, las tres secretarías quedarán en manos de PSOE, PP y Vox, aunque este último necesitaría el apoyo de al menos una decena de diputados de PP o Cs, que desde las filas populares aseguraban que en una votación secreta lograrían sin problemas.

Solventado el escollo de la composición de la cámara, tanto PP como Ciudadanos se pusieron manos a la obra para perfilar la última etapa del camino a la Junta de Andalucía. «Si todo marcha como está previsto y todos cumplimos, es más que previsible que yo sea el próximo presidente de la Junta de Andalucía», concedió Moreno. Sus equipos negociadores ya empezaron a perfilar la estructura del nuevo ejecutivo y la composición del mismo, con un reparto equitativo de consejerías. La idea, dijo Moreno, es tenerlo todo listo a mediados de enero. De forma paralela, el PP se reunió con Vox para informarle del acuerdo suscrito y del proceso hasta la investidura.