Sadeco estrenó hace un par de años (éste será el tercer curso en que se haga) un programa educativo titulado Pinto mi contenedor, que pretende concienciar sobre el riesgo y el coste que suponen la quema de contenedores y el mobiliario urbano en la ciudad. Los escolares participantes decoran y pintan los contenedores que han sido quemados en sus barrios, gracias a lo cual pueden volver a tener una segunda vida.

De hecho, Sadeco enfocó el programa especialmente en aquellos barrios donde más se producen este tipo de actos vandálicos, ya que, además del riesgo que suponen para los vecinos y sus inmuebles, contribuyen a potenciar la imagen de abandono y exclusión de estos barrios de la ciudad. El proyecto trata, asimismo, de poner en valor el mobiliario urbano «más allá aún de los servicios para los que está destinado, sino como recurso didáctico para los escolares y ejemplo cívico para los adultos». De hecho, fuentes municipales informan de que los contenedores que han sido pintados por los escolares no suelen ser pasto de las llamas, ya que los vándalos deciden no quemarlos, quizá, por respeto al trabajo de los niños.