El perfil del menor maltratador es el de un joven de entre 16 y 17 años; mayoritariamente varón --aunque en este tipo de delito, respecto a otros, hay más igualdad entre chicos y chicas--; con padres permisivos y déficits educativos, y que en los casos más graves presenta trastornos y consumo de alcohol y drogas, cannabis sobre todo. Los padres, reacios a denunciar, lo hacen con sentimiento de culpa, pero buscan una intervención externa ante la actitud "cada vez más tirana" de los hijos.

AFECTADOS

Familias normalizadas y

madres como víctimas

Entre las familias afectadas por el maltrato de los hijos a los padres "hay de todo", según Carmen Rubio, fiscal coordinadora de la Sección de Menores de la Fiscalía de Córdoba. Aunque "es verdad que cada vez son más normalizadas y hay menos exclusión social", añade la psicóloga Ana Santiago, miembro de los equipos técnicos de la Fiscalía y de los Juzgados de Menores. Además, casi siempre la víctima es la madre. "El padre suele estar más ajeno y a la madre la vemos más afectada. Los padres son como más fuertes psicológicamente o se ven físicamente con más capacidad de enfrentarse al hijo", explica Rubio.

FACTORES

Trastornos y consumo

de drogas de fondo

Además de factores sociales y familiares, con trasfondo de déficits educativos, en los casos de menores maltratadores "cada vez más encontramos un trastorno clínico detrás", con perfiles "negativos, desafiantes...", pero "también el consumo" de drogas. "Si el menor consume tiene reacciones desproporcionadas, explosivas", apunta Santiago. Además, "el consumo de tóxicos da una agresividad y un vivir encerrado en sí mismo contrario a cualquier norma familiar y de convivencia", añade Rubio. La fiscal también señala el caso de padres separados con nulo entendimiento. En esa situación, "los menores han vivido el conflicto, incluso por la guardia y custodia, y cuando llega la adolescencia viene la quiebra: 'Yo lo he pasado y ahora lo pasarás tú", parecen decir.

ANTES Y DESPUÉS

Falta de unidad y

sentimiento de culpa

En la mayoría de los casos, los expertos detectan que los padres "no van al unísono a la hora de establecer pautas educativas". Incluso se repite que "la madre, que es la que pasa más tiempo en el hogar, le tapa cosas al padre y este, más tarde, reacciona de una forma intempestiva, a lo mejor sin un conocimiento real de la situación". Posteriormente, cuando el problema los lleva a denunciar, los padres presentan siempre un "sentimiento de culpa". "Llegan muy desbordados ya, con miedo, con una situación muy vulnerable, y los menores se muestran crecidos porque les han anunciado tantas veces que los van a denunciar y no lo hacen que, cuando llega el momento, ese sentimiento de culpa en los padres, que han intentado solucionar el problema de todas formas, los hace ser aún más vulnerables" de cara a sus hijos, dice Santiago.

ACTUACIÓN

Un año de trabajo y

escasa reincidencia

Las medidas que se aplican a los menores que maltratan a sus padres suelen llevar, "mínimo, un año de trabajo", según la psicóloga del equipo técnico de la Fiscalía y de los Juzgados de Menores. Para Santiago, "desde nuestra perspectiva como equipo, la medida reina en el sentido de orientación es la libertad vigilada, porque hay más soporte social y familiar e invita a derrochar todos los recursos en trabajar dentro de su entorno". En la mayoría de los casos es suficiente con la primera medida. "Si no hay consumo y no hay presencia de trastornos suele ser suficiente con la intervención del educador, con la medida de libertad vigilada. Suelen reconducirse las conductas y lograr una convivencia en paz. Solo en los supuestos en los que hay trastornos es cuando se agrava y hay que poner más medidas", explica Santiago. Eso sí, apenas hay reincidencia. Es más, "hay casos que parecían muy graves y se han solucionado en los que los padres vuelven agradecidos. Incluso los menores".