El PSOE se enfrentaba a la disyuntiva moral de primar su estrategia de campaña o conceder a la televisión pública un debate electoral en el que no podía estar presente Vox, por doctrina de la Junta Electoral Central (JEC). Dilema resuelto. Pedro Sánchez asistirá a la cita a cinco propuesta por la cadena privada Atresmedia para el martes 23 de abril, en la que se enfrentará a Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal. Descarta el ofrecimiento a cuatro de TVE y rechaza también el cara a cara que el líder de la oposición le ha reclamado hasta la náusea, necesitado como está de un duelo que le dé oxígeno en una contienda marcada hasta ahora por sorprendentes patinazos. Sánchez se lleva, también, la crítica indignada de los trabajadores del ente público.

El equipo de campaña del candidato socialista ha dado prioridad a su estrategia electoral. La presencia de Vox en el debate permite a Sánchez fomentar la rivalidad entre Casado, Rivera y Abascal, repetir la foto de la plaza de Colón, hacer que los tres candidatos de la derecha compitan por su liderazgo, en lugar de concentrarse en ataques al PSOE.

A por el votante moderado / Consigue, también, que el posible pacto entre PP, Cs y Vox se haga visible. Los socialistas han planificado una campaña basada en la hipermovilización de los progresistas y son conscientes de que para activar a esos votantes necesitan demostrar que la alianza de las tres derechas tiene posibilidades reales de conquistar la Moncloa. Además, el formato a cinco permite a Sánchez diluir a los tres partidos en un mismo magma teñido de dogmas ultras, para persuadir al votante moderado de Ciudadanos, que según las encuestas está dudando si pasarse al PSOE.

Por último, el líder socialista consigue un choque con Vox. Sin conceder ningún protagonismo extraordinario a Abascal podrá confrontar con él, señalarle como un peligro de «involución», reprocharle su actitud en temas aparentemente ganadores para el PSOE como la violencia de género o la homosexualidad.

La pública, «marginada» / La controvertida decisión del PSOE no dejó indiferente a nadie. Los trabajadores de RTVE acusan a Sánchez de «marginar» a la televisión pública y emitieron un comunicado de protesta en el que explican que la Ley Electoral solo permite que participen en el debate de TVE los partidos con representación parlamentaria. Las mismas críticas llovieron de Unidas Podemos. La número dos, Irene Montero, opinó que la decisión es «vergonzosa» e insistió en que la Ley Electoral debería recoger la obligatoriedad de los debates en TVE.

En el PP el enfado no fue por la cuestión pública, sino porque Sánchez rechaza un cara a cara con Casado. Casi de inmediato, los conservadores pusieron en circulación un vídeo en el que acusan al líder socialista de «esconderse». «Sánchez tiene que debatir conmigo», siguió reclamando Casado.

Rivera se queda también sin cara a cara pero ayer manifestó su ánimo para explicar a los españoles su proyecto en ese debate a cinco.

En las generales del 2015 el entonces presidente, Mariano Rajoy, aceptó un cara a cara con Sánchez y envió a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría al debate a cuatro contra Sánchez, Iglesias y Rivera. En la repetición electoral (2016) los cuatro cabeza de lista mantuvieron un debate a cuatro en la Academia de Televisión que fue retransmitido por 15 cadenas.

El debate a cinco lo moderarán los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor. Se emitirá simultáneamente en Antena 3, La Sexta y Onda Cero.