Desde el inicio del mes de junio, momento en el que se puso en marcha oficialmente la temporada de riesgo de incendios, con la prohibición de hacer fuegos en el campo, se han producido en Córdoba y provincia en torno a una docena de incendios o conatos (hasta el viernes). La mayor parte de estos fuegos han tenido su origen y han devastado zonas de cultivo, sobre todo cereales así como pastizales. Frente a ello se ha registrado una mínima incidencia en zonas forestales o arboladas, según los datos aportados por la delegación territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.

De todos los incendios, el que mayor envergadura ha tenido fue el que se produjo en la noche del viernes, cuando ardieron en las proximidades de la carretera N-432 unas 250 hectáreas de pastos, trigo y girasol y que hizo necesario movilizar a todos los efectivos de bomberos de la ciudad de Córdoba. Los trabajos de extinción se prolongaron durante toda la madrugada. Ese, hasta ahora, ha sido el más llamativo, por su extensión, pero la verdad es que los pastos y el cereal son las zonas - consultados los parques de bomberos- que más salidas están provocando en lo que va del mes de junio para los equipos de extinción de incendios. Días antes, el Infoca tuvo que actuar en Belalcázar para controlar otro fuego declarado en una zona de dehesa con abundante pasto.

Por ese motivo, el delegado de Medio Ambiente en Córdoba, Francisco de Paula Algar, incide en pedir especial atención a las labores que se realizan en el campo en estas fechas, sobre todo la recolección del cereal con las máquinas cosechadoras, que están en muchos casos en el origen de algunos de los incendios.

Este año, explica Algar, debido a la primavera tan lluviosa que ha tenido Córdoba, se ha producido mayor vegetación, «hay, por tanto, mayor carga de combustible que arde con más facilidad, como son los pastos que han proliferado con las lluvias». Como contraste se puede decir, apunta el delegado, que la vegetación arbórea tiene un poco de más humedad.

De todas formas, Algar señala que «seguimos teniendo que trabajar para evitar el peligro y recordar las prohibiciones que hay de todo tipo de fuegos y de circulación de vehículos a motor por determinados lugares. Quiero hacer una especial llamada de atención a las cosechadoras, porque algunos de estos fuegos ya registrados han tenido su origen en ellas». En los datos de la superficie quemada, de las 494 hectáreas quemadas hasta ahora, 473 ha sido de terreno agrícola, entendiendo como tal pastos y cereales como el trigo o, en el caso del viernes, también el girasol. En estos datos no están incluidas las 250 hectáreas que ardieron el viernes, y que también son de terreno agrícola (pastos y cereal).

Por lo tanto, según explica el Francisco Algar, el foco ahora mismo está en las labores agrícolas que se realizan porque son las que más casuística están generando, porque en las zonas de terreno forestal, añade el delegado, se ha trabajado durante el resto del año en tareas preventivas y las condiciones son más o menos similares a las de otras temporadas, lo que no quita que las precauciones que hayan de tomar deben ser también las mismas.

En concreto, estos trabajos preventivos se han realizado sobre 1.757 hectáreas de cortafuegos mecanizados y 1.618 manuales». Por otro lado, el uso del pastoreo controlado con fines preventivos ha supuesto la actuación en aproximadamente 150 hectáreas de cortafuegos con 8.865 cabezas de ganado. En terreno privado se ha actuado mediante 1.997 planes de prevención de incendios, que han afectado a 277.659 hectáreas,

El balance del Infoca del año pasado recoge que en la provincia se quemaron en total 118,28 hectáreas forestales (los fuegos en zonas agrícolas no los controla el Infoca). De ellas, el 46% era matorral, el 44% pasto y el 10% restante, arbolado. El 43% fue por negligencia humana, el 29% intencionados, el 14% de origen desconocido y el 12%, de forma accidental.