Rojo, amarillo y verde. Esos tres son los colores que este año predominan en las instalaciones ideadas por Mark Colle (Mateo Inurria), Hideyuki Niwa (Posada del Potro), Carly Rogers (Museo Arqueológico), Lola Guerrera (Palacio de Orive), Natalia Zhizhko (Diputación) y Sherlovell Yu (Palacio de Viana), seis paraísos florales abiertos de 11 a 20 horas que han vuelto a dejar el pabellón de Flora bien alto y a demostrar que, en Córdoba, las flores también son para el otoño.

Miles de cordobeses y visitantes se lanzaron ayer a las calles, al calor del sol, dispuestos a completar la ruta y conocer de primera mano las creaciones de los artistas que han participado en esta segunda edición. El jurado más exigente, el público de a pie, mostró su admiración por las instalaciones, aunque no faltaron los ojos críticos a los que es difícil conformar. Y es que entre los cordobeses parece haber ya verdaderos expertos en arte floral, capaces de distinguir la calidad de las obras a simple vista. Es lo que tiene vivir en una ciudad en la que ser alérgico es casi una maldición por la presencia masiva de flores en patios, avenidas, ventanas o aceras. Antes de conocerse los premios, en la calle, ya había algunos favoritos. Además de la obra ganadora, compuesta por 25.000 flores de los más diversos colores y formas y prácticamente la única que introduce el juego como tema central, gustó mucho la instalación amarilla de Natalia Zhizhko («tiene unas flores preciosas y da alegría verla», comentó una señora al tenerla enfrente) y la de la cordobesa Lola Guerrera, «original e interesante», según el público, que representa la caída de un asteroide cargado de vegetación en el patio de Orive. El sonido sinuoso del agua que define a la obra de Yu en Viana, titulada Fluido, no dejó indiferente a los visitantes («hay que verla en detalle para apreciar su belleza», dijo un señor) al tiempo que los amantes de la Flora más sobria se decantaron por el jardín inglés de Carly Rogers («me parece más Flora que ningún otro», sentenció una joven). La espiral roja y amarilla del japonés ganador del segundo premio, por su parte, recogió piropos y miradas escépticas a partes iguales. «Cuanto más la miro, más me gusta» o «está bien, pero a mí no me llega», fueron algunos de los comentarios de primera mañana. Para gustos, los colores. La mayoría, eso sí, se quedó con ganas de más. «El año pasado ¿no había ocho obras?», se preguntaron algunos, «¿por qué no han puesto nada en Vimcorsa ni en el Taurino?», dijeron otros. Los que quieran más siempre podrán completar la ruta recorriendo las 14 floristerías (11 en la capital) que han decorado sus escaparates con el tema del juego para la ocasión. Y, de paso, comprar flores. No se queden con las ganas.