El Córdoba repetirá curso y jugará la próxima temporada, de nuevo, en Segunda División tras caer con la cabeza alta en Montilivi en la prórroga, forzada por el conjunto catalán a nueve minutos del final del tiempo reglamentario y cuando los blanquiverdes se habían adelantado por medio de Xisco en el marcador. Y repetirá curso no por errores de algún profesor (el árbitro), que los tuvo, o porque no hubiera balones en el campo para ayudar a las pérdidas de tiempo, sino porque el alumno comenzó el curso de manera torcida y había demasiadas asignaturas pendientes que arrastraban desde el inicio. Pero tiempo habrá para el análisis más sosegado y, sobre todo, para agradecer a esta plantilla, como a ninguna plantilla se ha hecho en el pasado, el esfuerzo, el corazón, el alma, la garra, el compromiso y el orgullo, con mayúsculas, que han demostrado estos futbolistas a lo largo de la temporada. Una campaña en la que han dado, la enorme mayoría, el 120% de lo que tenían, ya que en otros apartados, otros responsables que no están abajo, en el césped,, no han llegado a dar, probablemente, ni al 90%. De ahí el reto que tenían los que se visten de corto y su respuesta, a todas luces por encima de muchos que teóricamente están por encima de ellos. Sólo teóricamente.

Un equipo, el Córdoba de anoche, que terminó sobre el césped de Montilivi con lágrimas en los ojos, alguna muñeca partida (Fidel, fruto de un penalti birlado por Alberola Rojas) y más de un calambre. «Tiesos», como bien dijo Pablo Machín a sus pupilos sobre los adversarios minutos antes de iniciarse la prórroga fatídica para los intereses blanquiverdes.

El partido en sí cumplió las expectativas de que se presuponen a estas alturas de temporada y con el caramelo de jugar, al menos, la final por el ascenso a Primera. No en su primer acto, en el que ambos contendientes parecieron aceptar tácitamente que lo bueno tenía que venir más adelante. Así, en esa primera mitad el Córdoba estuvo mejor asentado sobre el terreno de juego. Controlaba al Girona sin problemas, tapándole las bandas e impidiéndole fluidez por dentro. Además, los blanquiverdes intentaban montar alguna contra, aunque también el equipo de Machín tenía bien aprendida la lección. Así, esos 45 minutos pasaron con cierta rutina y se llegó al descenso con un par de llegadas con cierta claridad para ambos contendientes. El Girona movió ficha y metió tras el paso por vestuarios a Sobrino por Lekic y a Granell por Eloi Amagat, consiguiendo meter una marcha más al encuentro. En cinco minutos se vio hasta en tres ocasiones a Razak, sobre todo la tercera, con un disparo de Cristian Herrera que puso en muchas dificultades a Razak. El Córdoba respondió con dos contras con mucho peligro y con un detalle de calidad de Caballero para que Xisco adelantara en el marcador a los blanquiverdes. El golpe fue tremendo para los locales, pero en una acción de Borja García, el mejor de los suyos, lograron nivelarlo apenas 10 minutos después. Posiblemente fue una de las claves del partido, ya que apenas cinco minutos después Xisco dejaba el terreno de juego por Víctor Pérez, en un claro mensaje por parte de Oltra de que había que cerrar el partido. Aunque la verdad es que este Córdoba siempre ha adolecido a lo largo de la temporada de la cualidad de cerrar duelos a media hora del final.

El caso es que la entrada de Sobrino añadía un punto de tensión añadida a la banda derecha de la defensa blanquiverde, por donde prácticamente todo el año se ha desequilibrado. Y, obviamente, Machín lo aprovechó. El extremo manchego percutió una y otra vez durante todo el encuentro en esa banda izquierda del ataque rojiblanco y en su séptimo desequilibrio en 35 minutos puso el balón a Aday, en el área pequeña, para que el carrilero derecho rojiblanco anotara el segundo tanto local y pusiera las tablas en la eliminatoria.

Se llegaba a la prórroga y había que decidirse en 30 minutos toda la temporada con los menos habituales sobre el césped y alguna notable ausencia. Sin Florin Andone, sin Markovic, sin Xisco, en el banquillo, y con Pineda y De Tomás en la punta de ataqtue, precisamente el que había sido el punto fuerte de este Córdoba en toda la temporada. Y de remate, la expulsión de Stankevicius --siempre superado-- nada más comenzar el tiempo añadido.

Con Pedro Ríos claramente mermado físicamente, Los 4 Fantásticos Blanquiverdes se redujeron a uno solo en esa prórroga: Fidel Chaves. Y a fe que lo intentó el onubense por todos los medios. La única capacidad para llegar a las inmediaciones de Isaac Becerra pasaban por sus pies, que tuvieron la posibilidad de lograr el pase a la final, pero se llevó --posiblemente-- una fractura de muñeca y el desdén de Alberola.

Con el Córdoba volcado para intentar arreglar males endémicos de toda la temporada y alguno añadido durante el encuentro, la puntilla era cuestión de tiempo. Después de errar Sobrino, Borja García y Clerc, fue Cristian Herrera el que volvió a plantarse solo ante Razak para batirle con una vaselina que desató la locura en Montilivi.

El Córdoba cerraba así una temporada llena de orgullo para su plantilla y de fracaso para los que la planificaron. H