«No están solas, estamos aquí para escucharlas, no para juzgarlas». Ese es el mensaje que lanzan los profesionales del sistema sanitario cordobés que cada día reciben a mujeres víctimas de violencia de género y las ayudan a identificar lo que les pasa y a ponerle un tratamiento eficaz. Según Sensi Requena, enfermera de Urgencias, cuando una víctima de una agresión acude al hospital, se activan dos protocolos distintos en función de que la mujer admita lo que le ha ocurrido o que lo niegue aunque existan indicios de sospecha. Solo el año pasado, el hospital tramitó 542 partes de lesiones ante los juzgados por agresiones, ha informado Rafael Espino, médico y coordinador de la Red Formma. Pero eso solo es la punta del iceberg. «A esos casos hay que sumar muchos más que, sin ser admitidos por las víctimas, activan los mecanismos de protección», aclara. Cuando la mujer lo niega, pero hay sospechas, señala Requena, «damos prioridad a esa consulta y, sin dejar en ningún momento sola a la mujer, le ofrecemos un espacio privado y anónimo donde poder confirmar si estamos en lo cierto». Esos indicios figuran a partir de ese momento en la historia clínica de esa paciente, de forma que su médico de cabecera pueda estar al tanto para hacer un seguimiento posterior. Si el caso se declara abiertamente, se da traslado además a la trabajadora social del hospital y a las fuerzas de seguridad, para que la víctima conozca todos los recursos disponibles y reciba el acompañamiento necesario si desea denunciar. Tanto Requena como Sara Constenla, doctora de Urgencias y formadora de Red Formma, insisten en que «son las mujeres quienes marcan sus tiempos, nosotros estamos ahí para acompañarlas, escucharlas, asesorarlas y que sepan que no están solas».

Según las estadísticas, «las mujeres maltratadas tardan una media de 5 a 7 años en darse cuenta de que lo que les pasa es que son víctimas de violencia de género», afirma Constenla. Para esta experta, la violencia de género «es una enfermedad que se contrae debido a la situación de desigualdad de la mujer frente al hombre y que está infradiagnosticada». Por eso, insiste, «es muy importante que los facultativos estén formados, que se pongan las gafas de género para que detecten los casos cuando los tienen delante». Identificar a las víctimas no es fácil. «Una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista», recuerda, «y no existe un perfil de mujer maltratada, puede ser joven, mayor, estar en paro o trabajando, con éxito, la única condición es que conviva con un maltratador». El consejo para salir de la espiral de violencia es «establecer un puente (familiar, médico, amiga, 016...) para iniciar la huida» y buscar la luz sin mirar atrás.