El académico y catedrático Santiago Muñoz Machado dijo en su saludo que «la Constitución del 78 ha dado al país estabilidad, bienestar y progreso en una época extraordinaria», pero a continuación precisó que aunque la «estamos disfrutando hay que repensarla para completar la obra». Tras una mirada a los ejemplos del siglo XIX, Muñoz Machado consideró «que la duración de un texto constitucional no es signo de salud porque cuando se cumplen años siempre hay algunas goteras que conviene tapar». En este punto entró en el terreno de las modificaciones, que marcaron pronto el desarrollo del diálogo a cuatro. «Está muy bien que la Constitución haya durado 40 años y ojalá dure otros 40, pero puesta al día siempre», matizó. «La mejor manera de respetarla es cuidarla y percibir qué se puede reformar; la Constitución técnicamente es buena, pero no es la Constitución perfecta», advirtió, para señalar los «defectos» del título octavo de la Carta Magna porque no ha resuelto del todo la organización territorial del Estado. «Festejar la Constitución como un hito, que lo es, pero sin mirar cómo podemos mejorarla, sería un error».

Muñoz Machado compartió con López Garrido la idea de que la Transición y la Constitución fueron posibles porque «hubo un liderazgo social en aquella época». El catedrático tiró también de memoria y recordó su papel en el 78. «Yo fui productor de la Constitución porque tuve la suerte de entrar en la Moncloa como joven técnico de la Administración y asistir, en la sala de máquinas, a los procedimientos de negociación. Soy de esa generación y durante toda mi vida como profesor me he dedicado a explicar la Constitución a muchos alumnos».

A la pregunta de si España está para mudanzas constitucionales vista la abierta discrepancia existente entre los partidos para una reforma, Muñoz Machado puso como ejemplo el problema catalán. «El proceso secesionista cada vez es más rígido y difícil de resolver; todos dicen que hay que ir a una reforma y otros plantean otro tipo de leyes que den respuesta a los desafíos actuales». Pero no es este el camino. «Dada la dificultad de reformar la Constitución en un panorama político que es realmente un gallinero político de ideas, resulta difícil alcanzar el consenso que la propia Constitución exige en los artículos 167 y 168 cuando habla de la reforma; tampoco se puede avanzar hacia una reforma excluyendo a partidos políticos, sino integrando a todos», sostuvo Muñoz Machado. «Las mayorías necesarias no tienen por qué ser las del 78; el 78 fue un periodo mágico, fantástico, donde concurrieron la necesidad, el entusiasmo y la voluntad de muchos colectivos y líderes para lograr un consenso irrepetible», recordó. Pese a que el PP se resiste a las reformas y los independentistas lo consideran una asunto «ajeno» a sus objetivos, Muñoz Machado dijo que «una cosa es que sea difícil una reforma y otra que podamos intentarlo poniendo ideas sobre la mesa; un cambio de Constitución sin reforma es muy peligroso». Para solucionar el conflicto catalán, el catedrático propuso introducir en el marco constitucional «una oferta más amable, algo más estirada, para que los independentistas vean sus aspiraciones».