La mitad ya se han ido de Córdoba. 209 inmigrantes, la gran mayoría varones adultos, pero también muchas mujeres y una docena de niños, llegaron el miércoles de madrugada a Córdoba, algunos muy tarde, medio dormidos, muy cansados, procedentes de la costa gaditana donde, según informó el director de Intervención Social de Cruz Roja en Córdoba, Germán Ayala, tuvieron que dormir en embarcaciones porque no había sitio en tierra firme para acogerlos. Así están las cosas por Cádiz estos días. En Córdoba, apenas tuvieron tiempo de descansar, reponer fuerzas, ducharse y contactar con algún familiar afincado en España para planear la próxima escala. Todo eso en tiempo récord porque el tiempo apremia. En 48 horas, la carroza del Pabellón Vistalegre, con camas plegables y voluntarios deseosos de ayudar, se esfumará bajo sus pies y de ser inmigrantes recién llegados a los que ayudar pasarán a engrosar las cifras de sin papeles que transitan por España. Pocos se quedarán en Córdoba después de hoy, según Ayala, solo las mujeres con hijos a su cargo y quizás los menores no acompañados. A ellos se les buscará plaza temporalmente en los centros de acogida de Cruz Roja, explicaron. El resto, la mayoría, procedentes de Camerún, Gambia, Senegal o Guinea, enfilarán sus pasos hacia Bilbao, Madrid, Barcelona, también a Valencia, Málaga o Almería para intentar cumplir el sueño prometido que, probablemente no tenga nada que ver con lo que imaginaron. La llamada a Cruz Roja, según Ayala, forma parte de una nueva estrategia en la que se pretende distribuir a las personas que llegan en las ciudades de interior, a Córdoba, Sevilla o Jaén, para evitar el colapso de los centros de inmigrantes de la costa. No descartan que haya nuevas recepciones, pero tampoco es seguro. «Todo dependerá de la cantidad de personas que vayan llegando». Según Raquel, una filóloga voluntaria, se entienden con ellos en francés o con la ayuda de alguno de los intérpretes que han acudido a ayudar, se les ofrece consulta médica, hidratación, comida y ropa limpia. «No presentan problemas de salud graves, la mayoría son chavales jóvenes y fuertes, y pese a lo que han pasado para llegar hasta aquí, sonríen y agradecen la atención que reciben». En Córdoba, además de Cruz Roja, asociaciones o el propio Consejo de Distrito Poniente Sur se ofrecen a ayudar, no solo hoy, «a mantener esta colaboración con los que acaben quedándose en Córdoba». Como en todo, unos miran, otros ven.