Las potentes voces de Arcángel, Carmen Linares y Marina Heredia a ritmo de bulerías dieron el pistoletazo de salida en la plaza de las Tendillas a la décima edición de la Noche Blanca del Flamenco, que, pese a las altas temperaturas, congregó de nuevo a miles de personas en una velada en la que cordobeses y numerosos visitantes pudieron disfrutar de doce espectáculos de gran formato repartidos por los rincones y plazas que a lo largo de estos años se han consolidado como escenarios de uno de los eventos en torno al arte jondo más importantes del mundo. De nuevo ortodoxia y vanguardia se dieron cita en una programación que, tras el concierto inaugural, ofreció propuestas que convirtieron por una noche a la ciudad en un escaparate de las tendencias del flamenco actual.

Mientras en el corazón de la ciudad el público comenzaba a disfrutar de tres figuras consagradas del flamenco, el patio de San Basilio recibía a los flamantes ganadores del último Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, entre ellos el guitarrista cordobés El Currito, uno de los treinta artistas de la tierra que participaron anoche en un evento que, al filo de la madrugada, daba protagonismo al baile en el entorno de La Calahorra con la actuación de Ana Morales. Especialmente emotiva fue la propuesta destinada al Patio de los Naranjos, donde el murmullo del agua y la historia se fusionaron con un espectáculo en el que se rindió un homenaje al oficio de guitarrero acudiendo a las últimas tecnologías visuales y reuniendo a maestros como Merengue de Córdoba con nuevos valores del toque flamenco como José Tomás Jiménez, con el plus del baile de Concha Calero.

La siguiente parada de este singular circuito flamenco estaba prevista en la plaza de San Agustín, lugar elegido para recordar a Camarón de la Isla, Paco de Lucía y Enrique Morente a través de una producción que subió al escenario a Jorge Pardo, Pedro El granaíno y Antonio de Patrocinio Hijo. Al mismo tiempo, la fusión árabo andaluza se desplegaba en el Compás de San Francisco a cargo del guitarrista marroquí Simo Baazzaoui. Para entonces, en la plaza de la Corredera ya se sentía el flamenco y miles de personas iban llenando el recinto a la espera de otros tres pesos pesados del cante gitano actual: Lole Montoya, El Pele y El Calli.

Con un fuerte dispositivo asistencial a cargo de Cruz Roja, que temía sobre todo casos de deshidratación o lipotimias debido al calor de la noche, al cierre de este periódico la fiesta debía tomar el camino de la Plaza del Potro, donde se esperaba la actuación de Manuel Lombo. Y para los que aún tuvieran energía y ganas de más flamenco a esas horas de la noche, el rumbo a seguir era la Puerta del Puente, donde estaba previsto que Miguel Campello pusiera el tradicional fin de fiesta a la noche más flamenca de Córdoba y alrededores. La fuerza escénica del ex líder de El Bicho fue la propuesta para los que decidieron esperar a las luces del alba. Mientras todo esto sucedía en los rincones de casco histórico, otros barrios de la ciudad tuvieron su particular Noche Blanca con las actuaciones del músico Mario Díaz en el Bulevar Hernán Ruiz; Las Migas, en el parque Madre Coraje, mientras que la plaza Aljarila de Villarubia disfrutó de un singular montaje que reivindicaba a la mujer a través de un grupo de jóvenes cantaoras de la tierra.