La unidad de alergia del hospital Reina Sofía lleva años comprobando que está creciendo el número de pacientes alérgicos al polen de olivo que se encuentran en una situación más grave, porque su alergia no puede ser abordada con los tratamientos habituales. La responsable de este área, la doctora Carmen Moreno, señala que «la persona que es alérgica al olivo y además tiene conjuntivitis, rinitis, asma y alergia a ciertas frutas, con más posibilidad de padecer una crisis de anafilaxia (lo que puede poner en riesgo su vida), padece una única enfermedad que ha ido evolucionando de forma progresiva y a veces cuando llega al hospital con toda esa carga de síntomas y de riesgo es demasiado tarde».

«La enfermedad alérgica al polen cuando es muy severa va produciendo una inflamación crónica en los bronquios y llega un momento que esa afectación es irreversible. Esos enfermos acaban en la consulta de alergia porque primavera tras primavera no le daban importancia a ciertos síntomas y acabaron en urgencias porque no respondían a los tratamientos convencionales o porque han soportado demasiados días de unos síntomas muy intensos. Llegan al Reina Sofía creyendo que solo presentan a lo mejor una alergia a alimentos vegetales, pero realmente lo que padecen es una alergia subyacente al olivo y, a veces, hay que indagar mucho para llegar a este diagnóstico», indica Carmen Moreno. «Es una pena llegar tarde a esos casos porque hoy en día disponemos de más capacidad diagnóstica, que nos permite discriminar a los pacientes que presentan cierto riesgo respecto a los que no lo tienen. Gracias a esta tecnología el paciente que presumiblemente tiene una patología banal, con síntomas leves, puede volverse a su casa, con su medicación indicada, y el que presenta factores de riesgo, aunque no tenga la enfermedad tan desarrollada, tendrá que quedarse seguramente en el hospital para que lo estudiemos», recalca Moreno.

«Este grupo de pacientes alérgicos al polen de olivo más complejos pueden representar entre un 6% y un 7% del total, pero puede seguir creciendo la cifra porque hace una década no los teníamos controlados», destaca Carmen Moreno.

«El año pasado pusimos en el Reina Sofía un 18% más de vacunas a alérgicos al polen del olivo, a pesar de que atendimos menos pacientes en total, lo que refleja que los afectados que asistimos eran más complejos», añade esta doctora. La causa del incremento de este tipo de pacientes se está estudiando. «Estamos identificando qué pacientes alérgicos al polen de olivo presentan un riesgo mayor para presentar alteraciones en la mucosa de la boca que favorezcan una penetración atípica de proteínas de alimentos vegetales, que puede acabar con síndrome anafiláctico», expone.

Carmen Herruzo, vecina de Fuente Palmera, de 32 años, presenta una alergia al polen del olivo bastante complicada y asma. Ella forma parte de ese grupo de pacientes complejos que está estudiando el Reina Sofía y por ahora no cuenta con una vacuna que le ayude a minimizar los síntomas que, con el inicio de la floración de estos cultivos, está notando, tales como ahogo, picor de ojos, inflamación de la garganta, mucosidad o molestias al tragar. A pacientes como Carmen se les desaconseja asistir a romerías, ferias y salidas al campo propias de mayo, al suponer una exposición muy grande a polen,

«Espero mejorar cuando encuentren una vacuna para mí», destaca. El hijo mayor de Carmen también tiene alergia a este polen y ya le han puesto un tratamiento en el Reina Sofía, por lo que su casa, sobre todo en primavera, se llena de fármacos contra los síntomas de la alergia y de mascarillas protectoras.