En Córdoba cada vez nacen menos niños y de ellos, se estima que en torno al 8%, es decir, más de 500 al año, son fruto de técnicas de reproducción asistida. El cálculo es aproximado, el porcentaje podría ser mayor, ya que muchas parejas que se someten a inseminación o fecundación in vitro lo hacen en clínicas privadas aunque el parto tenga lugar en la Seguridad Social y no lo dicen. Solo en el hospital Reina Sofía, el 5% de los bebés nacidos son por tratamientos realizados en su unidad de reproducción asistida.

La crisis económica, que expulsó a la mayor parte de los inmigrantes, artífices de la recuperación de los índices de natalidad al inicio del milenio, ha vuelto a dejar a España en el vagón de cola, y en la Unión Europea solo Portugal registra menos hijos por mujer, de ahí que la edad media de la población no deje de crecer. Una estadística en la que Córdoba destaca precisamente por contar con la población más envejecida y los niveles de fecundidad más bajos de Andalucía. El doctor Juan Lorente, responsable de la Unidad de Reproducción Asistida del hospital Reina Sofía de Córdoba habla de que está entre las de «menor fecundidad del mundo», con una tasa de 1,3 nacimientos por mujer. El retraso de la edad de la maternidad, que en primíparas que dan a luz en este hospital se sitúa en los 32 años, y la mala calidad del semen tienen mucho que ver con esa tasa, que desde 1985 está por debajo de la tasa de regeneración poblacional, que se sitúa en 2,3 hijos por mujer. La falta de fecundidad se puede achacar en partes iguales a hombres y mujeres, ya que la mitad de los casos tienen que ver con problemas de fertilidad en ellas y la otra mitad con los de ellos.

En este contexto, no es de extrañar que la reproducción asistida siga ganando puntos entre las parejas que deciden ser padres. «La demanda es cada vez mayor y se espera que en los próximos años siga creciendo, afirma Lorente», que desde que empezó la crisis ha visto también aumentar la lista de espera frente a años previos en los que la sanidad privada era la opción elegida a pesar del coste. Actualmente, la unidad del Reina Sofía realiza en torno a 600 ciclos de inseminación al año y unos 400 de fecundación in vitro, con una tasa de éxito por ciclo del 43%. Según los datos que maneja Lorente, esto se traduce en que el 60% de las parejas logran el embarazo. Por contra, 370 parejas tienen que esperar su turno para una fecundación in vitro algo más de un año. Según Lorente, los datos reflejan los cambios que se están produciendo en el modelo de familia tradicional y las demandas de la sociedad actual. En el 2015, el 7% de los tratamientos realizados en el hospital Reina Sofía fueron a mujeres solas o a parejas de lesbianas «y el porcentaje va en aumento», asegura Lorente. En cuanto al resultado de los tratamientos, de un tiempo a esta parte, el número de partos múltiples se ha reducido. «Lo habitual ahora es poner dos embriones como máximo», señala Lorente, que asegura que el 20% de los partos fruto de fecundaciones in vitro son gemelares. En cuanto a la salud de los bebés, explica que hay estudios que demuestran que los niños nacidos por esta vía pueden nacer con menos peso, pero «no presentan problemas de salud asociados». Los límites para someterse a una fecundación in vitro los marca sobre todo la edad. En el SAS, 40 años para la mujer y 55 para el hombre. Además, se exige que no haya habido técnicas de esterilización voluntaria previas, que no tengan hijos antes y que no presenten dolencias que puedan interferir. En clínicas privadas como la Clínica Bau, la llegada de la menopausia determina el tope de edad.