Llegan las vacaciones de verano, se incrementan los viajes por carretera y antes de ponerse en camino, el propietario acude a pasar la Inspección Técnica de Vehículos. Este es uno de los principales motivos por los que la afluencia de usuarios a las estaciones de Veiasa (Verficiaciones Industriales de Andalucía) aumenta con el periodo estival, según explican desde el centro de Ingeniero Torres Quevedo, la ITV conocida como chica, que se encuentra en el polígono industrial de La Torrecilla.

Este técnico confirma una impresión generalizada y es que «la gente no se toma bien el tener que venir». De hecho, comenta que en muchos casos llega «predeterminada a que va a suceder algo malo», por lo que se percibe incluso «susto» en sus actitudes, a lo que se suma el tener que pagar por el servicio. Ante este escenario, los trabajadores intentan que las personas se encuentren tranquilas y para ello «se le explican las cosas y se procura que la situación no sea tensa», destaca.

Pese a que en ocasiones reciben una mala noticia, cuando el vehículo no supera con éxito la inspección, la misma fuente apunta que «es ínfimo» el número de conductores que se enfada y aunque «siempre hay gente que no está de acuerdo» con el resultado, «invitamos a que se informen», explica.

En la estación de Ingeniero Torres Quevedo trabajan alrededor de 17 personas a diario y cuenta con dos líneas de inspección. El técnico consultado abunda en que estas fueron las primeras instalaciones en Córdoba, pertenecían al Ministerio de Industria y en sus comienzos solo se revisaban los vehículos utilizados en servicios públicos (taxis, autobuses, ambulancias...) y camiones. Así, detalla que esta estación es anterior a la llegada de Veiasa, que tuvo lugar a principios de la década de los 90. En la actualidad, puede atender a unos 250 turismos a diario en primeras inspecciones. Además, este profesional indica que se percibe otro cambio respecto a años anteriores y es que los avances en igualdad se dejan ver también en este sector: cada vez son más las mujeres que acuden a pasar la ITV con sus vehículos, mientras que «antes eran casi siempre hombres».

Esperando

Entre los clientes que han acudido a esta ITV en los últimos días para lograr el visto bueno de sus vehículos se confirman las impresiones negativas manifestadas por el técnico, ya que algunas personas consultadas por este periódico en la estación entienden que «esto es un sacadineros y tenía que ser gratuito», y también se quejan por «la pérdida de tiempo, nadie nos paga las horas que perdemos».

En este sentido, Sebastián Puga trabaja en el sector de la fruta y tienen un vehículo para el transporte, y comenta que «en enero lo cambié porque, si no, tengo que venir cada seis meses», un requisito cuando estos superan los diez años de antigüedad. A su juicio, se realiza un control «demasiado estricto» y cree que «un coche con más de diez años tiene menos riesgo de accidente que uno nuevo, porque los que corren son los que se estrellan», mientras que, en su caso, comenta que usaría un vehículo antiguo para hacer un viaje largo.

Otro conductor, José García, coincide en que «a veces, se pasan» y recuerda que «antes pasaban un poquito la mano», ya que los problemas se podían solucionar en el momento, mientras que ahora es necesario pedir otra cita. Este mayorista de frutas y hortalizas venía de Montilla para pasar la ITV, porque tiene su negocio en Córdoba, y explicó que para poder acudir tiene dos alternativas, que son cerrar el negocio o dejar a una persona al frente, que puede llegar a quedarse sola con mucho trabajo. José García, que esperaba pasar la inspección al coche de su hija, piensa que los trabajadores de antes eran distintos a los jóvenes de ahora y critica que «el conocimiento de las profesiones se va perdiendo, se van jubilando los mayores y cada vez hay más cosas eléctricas».