Ser maestro y conseguir plaza en un centro público es el propósito de miles de opositores que año tras año afrontan una carrera de fondo llena de obstáculos. Helena Castro es ejemplo de ello. Maestra de Primaria generalista, trabaja como entrenadora de Educación Física en un centro privado porque después de presentarse a cuatro oposiciones, todas ellas aprobadas, aún no la han llamado para trabajar. «Solo en mi bolsa, han sacado solo 1.200 plazas para el próximo curso y se han quedado 2.600 personas esperando un puesto», explica. Las últimas oposiciones se celebraron en el 2015 y desde entonces no se había reordenado esa bolsa que marca el turno de entrada a la educación pública. «Me quedé a 20 puestos de entrar el curso pasado, pero ahora vuelvo atrás aunque he sacado mejor nota porque no tengo méritos por haber trabajado y por delante de mí están todos los interinos», señala.

Lo que más molesta a Helena, como a muchos otros aspirantes, es «la subjetividad del examen de acceso, muy obsoleto, con una prueba de desarrollo que dura 3,5 horas sobre uno de los tres temas que salgan elegidos por una bolsa que se saca en un bingo de los 25 que se proponen, todos de temario abierto», señala. En su opinión, «todo depende del tribunal que te toque y de la suerte que tengas». En el examen del pasado junio, decidió no presentarse en Córdoba, lo hizo en Jaén, con el objetivo de obtener «la máxima nota posible». Su intención era que su examen destacara sobre el resto y allí tenía más posibilidades. No se equivocó. Pese a todo, «sacar una nota muy alta no te garantiza que vayas a trabajar si tu especialidad está muy colapsada y la mía es una de las que tiene más gente», comenta.

Decepcionada con el sistema, cree que es fundamental su actualización. «Hay que cambiarlo por un tipo test ya y endurecer las pruebas si es necesario para que quien apruebe realmente entre», afirma. Pese a todo, confía en que la llamen este curso. «Tengo el B2 de Inglés y estoy también en la bolsa de bilingüe», señala, «si me llaman será de ahí». De momento, ya se está preparando para el C1, que en un par de años será obligatorio para este tipo de centros, que ya son casi la mayoría en ciudades como Córdoba. «Cuando estudias Magisterio ni imaginas lo que te espera, a saber cuánto tardaré en tener plaza y destino definitivo».