La manifestación de los agricultoresmanifestación de los agricultores de este jueves aglutinó acentos diversos para pronunciar un único grito, el que clamaba por la supervivencia del olivar. Algunos hablaban de olivas otros de aceitunas, pero todos tenían claro que hay que tomar medidas porque el futuro de sus pueblos depende de ello.

Desde bien temprano, la Castellana y la avenida Alfonso XII acogían la llegada de autobuses llegados de todo el país que dejaban en la fresca mañana madrileña a cientos de personas de todas las edades y condiciones encaminándose hacia la popular Puerta de Alcalá. Algunos, los que llegaron con más tiempo, aprovechaban para desayunar algo. Después, esgrimiendo banderolas, ramas de olivo, latas o botellas de aceite, gorras y camisetas de cooperativas y organizaciones de infinidad de pueblos, se fueron sumando a una marcha que fue viendo cómo el fresco se transformaba en un calor que este año también se ha conjurado contra los olivareros. Hasta en Madrid quiso hacerse notar.

Como estaba previsto, sobre las 11.30 horas se puso en marcha la primera pancarta, sostenida por los dirigentes nacionales de las organizaciones convocantes. El recorrido se inició en la Puerta de Alcalá y concluyó en Atocha, ante las puertas del Ministerio de Agricultura, donde se leyó el manifiesto con las reivindicaciones. Por el camino fueron apareciendo representantes de diversos partidos políticos, como Alberto Garzón (IU) , Inés Arrimadas (Cs), acompañada por el diputado cordobés Marcial Gómez, o Javier Ortega Smith (Vox) pero fueron invitados a no ocupar los puestos de cabeza de la marcha, reservados sólo para los representantes de las organizaciones convocantes.

Grupo de olivareros desplazados desde Bujalance. SÁNCHEZ MORENO

De Córdoba llegaron muchos autobuses, en torno a una treintena, y sus ocupantes fueron también dejando su impronta y exhibiendo sus pancartas a lo largo de un camino en el que hubo tiempo de corear eslóganes diversos, como «los abusos y la especulación nos llevan a la desaparición» o, viendo la multitudinaria afluencia, un ocurrente «luego diréis que somos cinco o seis». Después hubo que organizarse para dar cabida a todos los manifestantes en la glorieta de Atocha, pues mientras la acabeza se colocaba ante el escenario, la cola seguía bajando por Alfonso XII.

Desde el atril se congratulaban del éxito y de la importancia de la unión para luchar por un problema de una enorme envergadura. Pero dejaron claro, con otro eslogan, que «si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra».

Un numeroso grupo de agricultores llegó desde Priego y la Subbética. SÁNCHEZ MORENO