Carmen Leiva pertenece al servicio de limpieza diario de noche de la empresa pública Sadeco y, a pesar de tener este duro horario, se considera una privilegiada porque adora su trabajo. Se encarga se regar las calles de Córdoba con una manguera, para que, cuando amanezca el día, la ciudad esté impecable. Según ella, es un trabajo al que «cuesta adaptarse», sobretodo, conciliarlo con la vida familiar y social, pero la clave está en «organizarse y aprovechar los ratos libes y de descanso». «A mi marido e hijos le costó adaptarse pero, por ahora, lo llevo muy bien y ellos también. Intento pasar todo el tiempo libre que tengo con la familia», indica. Aunque el trabajo limite su vida social, intenta mirarlo siempre desde el lado positivo. Todo esto le compensa cuando ve el resultado de las calles y cuando la gente la felicita por su labor mientras está trabajando.