En la misma línea que su padre, los cuatro hijos de Rafael Gómez, para los que el ministerio público pide 22 años de cárcel por ocho delitos fiscales, sostuvieron ayer ante el juez que hacían «lo que los profesionales nos decían» y que desconocían, en gran medida, las obligaciones tributarias.

Rafael Gómez hijo explicó que no había jefes en las empresas del grupo, pero que «cada uno tenía su responsabilidad». «Confiábamos en las personas y firmábamos lo que nos ponían por delante», añadió. Además, resaltó a preguntas del ministerio fiscal que no sabía si tenían ganancias o pérdidas -«aunque trabajo había, hasta que llegó el caso Malaya-, que llegaron a tener 2.000 trabajadores y que nunca se reunió la familia para tomar decisiones societarias.

De su lado, Manuel Gómez explicó que era su padre «el que buscaba los negocios», pero «el tema fiscal lo llevaban los asesores». Él mismo «nunca» se preocupó de estos asuntos y aseguró que jamás se celebraron consejos de administración. Al igual que el resto de hermanos dijo que nunca retiró dinero en efectivo y que cobraba unos 4.000 euros al mes por transferencia, pero no tenía «ni idea» para qué empresa trabajaba. A este respecto, solo José María Gómez ?precisó que trabajaba para las empresas de joyería y que nada tenía que ver con las de construcción. José María añadió que su padre «delegaba todo en especialistas, no se metía en nada; confiaba en las personas y delegaba». También explicó que en las empresas del grupo no había «ni objetivos ni estrategias, solo llegar a final de mes, y seguimos igual».

Por su parte, Esther Gómez sostuvo que «no había nadie que coordinase los departamentos» de las empresas, que su padre era quien «al final tomaba la decisión de iniciar un negocio o no» y que si eran consejeros era por tratarse de una empresa familiar, pero nunca por sus conocimientos.

Por último, el juez llamó a declarar a la mujer de Rafael Gómez, Dolores Serrano, que no está acusada de delitos pero que podría ser responsable civil porque podría haber sido partícipe a título lucrativo. Serrano se limitó a ratificarse en su declaración en instrucción y no contestó ninguna pregunta. «No voy a repetir lo que ya he dicho», advirtió.