Las cuatro jornadas de altercados que se han vivido en Barcelona han seguido un patrón de violencia en escalada, según fuentes de la cúpula de los Mossos. El nivel alcanzado preocupa a los responsables de la Policía catalana, que creen que la agresividad que los manifestantes muestran contra los agentes no tiene «precedentes». Tampoco en España, según constatan el resto de mandos de la Policía y de la Guardia Civil, presentes en el CECOR, el centro desde el que se coordinan los dispositivos.

Solo el jueves, los antidisturbios de los Mossos dispararon más de 500 proyectiles de foam. La inmensa mayoría han sido para repeler el avance, con escudos hechos con mobiliario urbano como maceteros y sombrillas, de centenares de manifestantes que pretendían llegar desde el paseo de Gracia y la calle de Valencia hasta la Delegación del Gobierno.

La cifra de manifestantes que busca el contacto con la policía aumenta día tras día, según las mismas fuentes. Usan ropa táctica, protecciones -como casco y gafas de jardinería- y escudos. También lanzan petardos y cohetes de pirotecnia, además de lo que encuentran por el camino, como contenedores de botellas de cristal o piedras que logran al destrozar las aceras.

Dos cosas han llamado la atención a los policías. La primera es que se han lanzado cócteles molotov, algo impensable en algaradas anteriores. La segunda es que algunos agentes han sido rociados con un líquido abrasivo, un ácido. Detalles que muestran hasta qué punto se ha recrudecido el enfrentamiento, en busca del «cuerpo a cuerpo» con los policías. Una actitud que hasta la fecha no se había producido y frente a la cual los proyectiles de foam han tenido una capacidad disuasoria limitada. Y las pelotas de goma están prohibidas por el Parlament, una restricción que no van a incumplir.

Protagonizan los ataques manifestantes muy jóvenes, catalanes y sin antecedentes penales. Los enfrentamientos violentos con los agentes se han convertido para muchos en una actividad emocionante a la que se suman más desde la euforia y la inconsciencia que desde la convicción política. El jueves, la estrategia de los Mossos consistió en dejarlos durante una hora y media sin oposición. Ardieron numerosos contenedores y destrozaron una oficina de CaixaBank. Los agentes ni se acercaron. Pero al final los manifestantes fueron a enfrentarse a los policías.

Los agentes de información y de investigación de los Mossos han identificado ya a miembros de colectivos anarquistas, bregados en protestas antisistema. Hasta la fecha, estas personas, de nacionalidad española pero también italiana, griega o francesa, residen en Cataluña. Pero el temor es que la permanencia del caos acabe atrayendo a colectivos extranjeros, algo que complicaría aún más el contexto actual.

A la agresividad que tienen que afrontar en las calles se une la lluvia de críticas a los Mossos por su gestión de los disturbios de los últimos días, incluso desde el Govern y ERC. La cúpula de la policía catalana cree que solo cuentan con el apoyo del conseller de Interior, Miquel Buch.

Según fuentes policiales, la cúpula de los Mossos es partidaria de que Buch, cuya destitución han pedido varios sectores del independentismo, se mantenga al frente de la conselleria porque creen, además, que su cese podría dar pie a la aplicación de la ley de seguridad nacional por parte del Gobierno.