Llega la hora de la verdad para el presidente Carles Puigdemont y el futuro del proceso soberanista. Antes de las 10 horas de hoy ha de haber contestado al requerimiento del presidente del Gobierno para que le diga si proclamó o no la independencia en su decisiva comparecencia del pasado martes en el Parlamento catalán. Un requerimiento que puede ser el paso previo a la activación del artículo 155 de la Constitución que puede suspender parcial o totalmente la autonomía de Cataluña. De hecho, fuentes de Moncloa reiteran que cualquier respuesta ambigua que no sea un no claro por supondrá aplicar el artículo 155.

Según fuentes del Gobierno catalán, lo que es seguro es que Puigdemont apelará de nuevo al diálogo en su respuesta. Él mismo aprovechó ayer el acto de homenaje al president Lluís Companys -en el 77º aniversario de su fusilamiento- para dar pistas sobre los criterios que guiarán su decisión: «Reiteramos el compromiso con la paz, el civismo y también con la firmeza y la democracia como inspiradores de las decisiones que hemos de tomar».

La respuesta de Puigdemont podría pasar por hacer llegar a Rajoy una copia de lo que dijo textualmente en su intervención del martes, en la que por un lado asumió «el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república» y enseguida propuso «suspender los efectos» de la secesión en beneficio de una mediación internacional a la que no puso plazo.

Desde entonces, mientras la CUP ha mostrado su indignación por no haberse hecho efectiva con contundencia la declaración solemne de independencia (aunque después se congelara), el partido de Puigdemont, el PDECat, y el expresidente Artur Mas, han mostrado posiciones más templadas. Ayer, tras el homenaje a Companys en el castillo de Montjuïc, la coordinadora nacional del PDECat, Marta Pascal, apeló a cumplir con el mandato de las urnas el 1-O pero con «responsabilidad» y no ir «dos pasos por delante» como reclama la CUP. Todo queda en manos, dijo Pascal, del president, que combinará la citada determinación con un posicionamiento «absolutamente honesto» a favor del diálogo.

Es decir, que el PDECat apela una vez más a lo que los dirigentes más moderados de este partido han ido reclamando desde antes incluso de la intervención del Puigdemont en el Parlament: una apelación clara y sincera al diálogo, con la vista puesta en que aparezca alguna opción -hoy inexistente- para que la UE fuerce a Rajoy a una mesa de negociación o bien que algún mediador internacional con autoridad suficiente logre iniciar esta vía dialogada entre ambos ejecutivos, a la que se ha abierto el primer ministro belga, Charles Michel.

También se mostró ayer en una posición discreta el líder de Esquerra y vicepresidente Oriol Junqueras, quien apeló a «cuidar la unidad» del soberanismo. Unas palabras amables que no ponen en dificultad a Puigdemont para trazar su definitiva respuesta a Rajoy que, a la vista de lo dicho por los dirigentes soberanistas, combinará firmeza y voluntad renovada de diálogo. Algo que quizás no satisfaga al Ejecutivo de Rajoy, que se limita a reclamar un sí o no a la pregunta de si el martes se proclamó la independencia en el Parlamento.

Pero el independentismo no es una roca en cuanto a cohesión. La tierra natal de Puigdemont, Gerona, le metió presión ayer al congregar a 2.000 personas exigiendo que se proclame de forma definitiva la república catalana. Y volviendo a Barcelona, la CUP mantiene la presión respecto a la necesidad de que el miércoles se convoque un pleno para proclamar la independencia.