«Para recuperar nuestro espacio electoral no tenemos que movernos de sitio, sino mantener las raíces de nuestros valores, fortalecer el tronco de nuestros principios y ampliar las ramas de nuestras ideas para cobijar a más gente debajo», reflexionó Pablo Casado en la convención nacional del partido celebrada en enero. Y esa ramazón cuenta con José María Aznar y Mariano Rajoy, como escenificó ayer el PP con el arranque de la campaña electoral del 28-A.

Los dos expresidentes del Gobierno, con estilos y pensamientos políticos distintos, simbolizan una amplitud que Casado quiere proteger y usar ante el auge de Vox en las encuestas. Rajoy y Aznar no tienen nada que ver entre ellos, como ocurría entre muchos votantes del PP hasta ahora, pero votan por esas siglas, una idea fuerza que el actual líder de los conservadores ha querido lanzar el primer día de campaña. Mientras él hablaba en la plaza de toros de Vitoria, Rajoy daba un mitin en Pontevedra y Aznar, otro en Barcelona.

Su disparidad de criterios y complicada sintonía se evidenció ayer en las tarimas. Aznar enmendó la obra política de Rajoy como líder del Ejecutivo durante el referéndum del 1-O y otros hitos del procés, aunque lo camufló como un dardo a Vox: «Nuestra respuesta a los que quieren sembrar odio y resentimiento, a los que aspiran a romper España, rompiendo antes Cataluña, será toda la necesaria, durante el tiempo necesario y con el sacrificio necesario», defendió, sin citar explícitamente el artículo 155 de la Constitución.

«Nuestro compromiso con la defensa de la democracia es total, no tiene marcha atrás y no tiene ni condiciones ni plazo», prosiguió, y se comprometió a «no desistir» en la defensa de la legalidad, de la unidad territorial y de la unión de la derecha bajo sus siglas: «Juntos somos más fuertes, y no ganarán ni los que siempre han empobrecido nuestro país ni los que intentan romperlo. Nuestra división es su esperanza y nuestra unidad será su fracaso», apostilló.

Tras 15 años de ausencia en un mitin del PP en Cataluña, volvió a ocupar el tiro de todas las cámaras y reunió a cerca de 600 simpatizantes. Su anterior visita se remonta al 2003, cuando se sentó precisamente junto a Rajoy para aupar a Josep Piqué como candidato a las autonómicas. Volvió fortalecido por el liderazgo de Casado y se ofreció para arropar a su ahijada, la candidata popular por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, a quien adjudicó la dirección del Área Internacional de la FAES. Recuperó así, tanto él como su discurso, un protagonismo que vio anulado con la legislatura de Rajoy en Génova y lo usó para cargar contra el independentismo y el PSOE.

Contundente y eufórico a la par, afirmó que Pedro Sánchez «es el candidato secesionista, de los independentistas y los golpistas, el de los que no condenan a ETA y sus crímenes» y dijo que «los señores de Estat Català, las juventudes de ERC, esos señores inventaron el fascismo en Cataluña».

Sensatez y moderación

A más de 1.170 kilómetros de distancia, en Pontevedra, Rajoy apoyaba la candidatura de la expresidenta del Congreso, Ana Pastor. Si uno pedía más dureza, el otro exigía apaciguamiento. Tras tres meses alejado de los focos, lamentó que «los tiempos difíciles siempre le tocan al PP» y vaticinó que en esta ocasión les volverá a suceder y trató de rebajar el tono aznarista: «Lo que cuenta es la gente y la gente quiere cosas sensatas y moderadas». Si lo hace así el PP, dijo, «el resultado será la victoria».

El expresidente del Gobierno sacó pecho de su tiempo al frente de la Moncloa ante unas mil personas y advirtió de que tanto él como su equipo «no son aficionados: Sabemos lo que es gobernar. Este partido ha prestado un gran servicio a España», puntualizó, en un gesto que pretendía dejar a un lado las críticas de otros sectores del partido.

Rajoy reconoció que las del 28-A son «las elecciones más abiertas en años» y diagnosticó que «hay muchísimas personas que hoy no tienen claro qué van a hacer» ese día, por lo que recetó «no hacer mucho caso de lo que se dice por ahí» y recordó que en las dos últimas generales «los gurús y los pitonisos» vaticinaban un empate. «Ahora vamos a desempatar y a ganar las elecciones», animó.

Estas no serán sus primeras y últimas apariciones en campaña electoral. Según fuentes de su entorno, Rajoy participará este sábado también en una comida-mitin en O Porriño, también en Pontevedra. Por su parte, Aznar acudirá a actos en Almería (día 23), Albacete (24) y Burgos (25). En la ciudad andaluza, Vox logró 43.468 votos y dos escaños en diciembre, en las elecciones autonómicas, más de la mitad que el PP (70.054 y 4 diputados). En las otras dos provincias, representan esas circunscripciones pequeñas en las que Casado pidió a los ultras que no concurrieran. Abascal no hizo caso y aspira a lograr un parlamentario en cada una.