Desaceleración y no crisis. Zapatero ya pidió perdón en 2009 por haber errado dos años antes al emplear el primer término y descartar la crisis que acabó derrumbando la economía española y la de medio mundo. Una década más tarde, el enfermo en vías de recuperación vuelve a mostrar síntomas de empeoramiento, pero de momento «no hay motivos para ser alarmistas». Esta es la frase más repetida entre los agentes consultados para diagnosticar en qué momento está Córdoba para afrontar el enfriamiento de la economía.

El presidente de la Confederación de Empresarios de Córdoba, Antonio Díaz, señala que «con los datos en la mano, el último informe de la CEOE ya mostraba que el segundo trimestre de este año el PIB había crecido un 0,5%, dos décimas menos que el trimestre anterior por la ralentización del componente de inversión, es decir, porque los bancos están prestando menos dinero. Hay menos demanda de préstamos, entre otras cosas, porque las empresas están invirtiendo menos». ¿El motivo? «La incertidumbre global». ¿Significa que estemos entrando en crisis? Según Díaz, «no». Él subraya que Córdoba ni siquiera había llegado a salir definitivamente de la crisis anterior aunque los datos del paro de este mes indiquen una mejoría. La caída de la Bolsa y el anuncio de los aranceles por parte del gobierno Trump a productos claves de la economía cordobesa como el aceite de oliva, así como el impacto de brexit ¿duro o no? y la incertidumbre derivada de la ausencia prolongada de Gobierno y de presupuestos son factores que echan más leña al fuego en ese ritmo ralentizado de una economía global, por encima de todas las cosas.

El análisis de Fernando Lara, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Córdoba, apunta esos mismos elementos de inestabilidad en el ámbito de la agricultura, del sector financiero, «ya que por mucho que bajan los tipos de interés el crédito no circula porque la demanda interna pierde fuelle», de las exportaciones por la influencia de EEUU o el brexit y añade como amenaza el hecho de que «la economía cordobesa solo haya en el sector servicios, con empleo de baja calidad, y muy vinculado al turismo, lo que juega en nuestra contra».

CONSTRUCCIÓN / El secretario general de Construcor, Francisco Carmona, cree que «el escenario actual no tiene nada que ver con el que se dio en la crisis del 2008», especialmente en el ámbito inmobiliario si bien señala «un proceso de desaceleración previsible en una economía y un país no emergente como España». Esto augura «un impacto negativo en las cifras de empleo», si bien Carmona recalca que «el sector de la construcción ya ha ajustado su oferta a la demanda» con niveles de producción que representan ahora un 25% de lo que se construía antes de la crisis. En su opinión, «el mercado de la vivienda se ha estabilizado al mismo tiempo que los consumidores han aprendido a vivir con arreglo a sus posibilidades, lo que ha reducido el elevado componente especulativo anterior». En su opinión, «aún hay capacidad de crecimiento» en la iniciativa privada por la demanda potencial de vivienda de los jóvenes y en la pública «ya que se están retomando infraestructuras que quedaron pendientes por parte de la Junta con la crisis» como la ronda Norte, la autovía del Olivar o el Parque Logístico, que quedó incompleto.

SINDICATOS / Del lado de los sindicatos, el secretario provincial de UGT, Vicente Palomares, se muestra prudente sobre lo que está por venir y coincide en que «de momento, solo podemos hablar de desaceleración» al tiempo que destaca que «las empresas están mejor posicionadas que en el 2008 debido a los recortes aplicados por la reforma laboral». Señala sin embargo que la precarización de los trabajadores por el «egoísmo de las empresas, que en momento de recuperación se han negado a repartir beneficios» y las elevadas tasas de paro han reducido tanto el poder adquisitivo de las familias que «no hay forma de reactivar el consumo». En su opinión, se ha perdido la oportunidad de minimizar el impacto de una recesión. «No se ha hecho nada para cambiar el modelo productivo más allá de la intención en cuestiones de logística, sin concretar, y eso juega en contra». Antonio Díaz, por contra, cree que «Córdoba no está bien, pero se han dado pasos importantes en materia de agroindustria y de industria, con núcleos industriales que hace 5 años no existían como la fabricación de policarbonato y el desarrollo de empresas de base tecnológica en Rabanales 21».

Marina Borrego, secretaria provincial de CCOO, es más pesimista y asevera que «Córdoba no esta preparada para una recesión económica porque ni siquiera hemos logrado remontar la crisis del 2008 y los pocos signos de recuperación que se han dado en los últimos años se han sustentado sobre la precarización del mercado laboral y no en una modernización e internacionalización de nuestras empresas que siguen, en un alto porcentaje, aplicando prácticas empresariales obsoletas». En opinión de Borrego, «mucho nos tememos que de producirse una crisis económica, Córdoba volvería a tocar fondo porque las empresas no han invertido en abrir nuevos mercados, en mejorar sus productos y/o servicios, en modernizarse y prepararse para las horas bajas, por lo que volverían a recurrir al despido». Cree que las iniciativas dirigidas a promover el desarrollo de nuevos sectores (Córdoba Logística, por ejemplo) «vuelven a quedarse en los cajones y seguimos dependiendo de sectores con una alta temporalidad».

En su opinión, Córdoba no solo no ha atraído inversiones sino que «ha perdido firmas industriales y tampoco hemos logrado que una carretera fundamental para el desarrollo de la provincia como es la N-432 sea ya autovía». Para remontar, señala, «faltan inversiones básicas en infraestructuras, especialmente, en transporte intermodal, para que Córdoba sea el centro logístico que debe ser» y un respaldo decidido a la reindustrialización, «con apoyos explícitos a la madera, el frío industrial, la industria agroalimentaria.. y desarrollo de nuevas tecnologías y energías renovables».

CONSUMIDORES / Desde la perspectiva de los consumidores, Francisco Martínez Claus, presidente de Facua, también es muy crítico. En su opinión, «Córdoba no ha hecho las tareas ni está preparada para lo que se nos viene», algo de lo que culpa «a todas las administraciones». Salvo la Diputación, que «ha trabajado de forma proactiva», afirma, Ayuntamiento, Junta y Gobierno central «no han tenido iniciativa para desarrollar políticas de consumo de ningún tipo». Martínez Claus destaca la laxitud «en las inspecciones y la falta de campañas para formar e informar al consumidor ante fraudes masivos como cláusulas suelo, Idental o la reciente crisis de la listeriosis». En el sector financiero, opina que «la crisis ha enseñado a los bancos que vulnerar los derechos de los usuarios sale muy barato y que las administraciones no son garantes de derechos». A cambio, señala que la crisis ha servido para despertar a los consumidores, «que se han vuelto más exigentes y ahora preguntan y reclaman más que antes».