El de María del Carmen Ortiz es uno o de los miles de testimonios de cómo se vivió la tarde del día 17, tanto en La Rambla de Barcelona como en el resto de la Ciudad Condal o en sitios tan alejados de la tragedia como en los hogares de Cataluña, Andalucía o Francia que durante horas no tuvieron noticia de sus seres queridos. No es, afortunadamente, el caso más dramático de la jornada, pero la cordobesa no olvidará jamás «las 5 horas más largas de mi vida», en las que, desde Córdoba, había perdido el contacto con su hija Yolanda Villena, inmovilizada en los alrededores del atentado y sin poder comunicar al activarse por seguridad los inhibidores de frecuencia. 5 horas de «llamar a todos los teléfonos esperando lo peor» y de una ansiedad por su hija que solo puede entender una madre.