El debate de investidura de Pedro Sánchez pasará a la historia por ser el primero sin red, sin acuerdos previos, el primero que puede desembocar en el primer Gobierno de coalición. Y el que certifique definitivamente la divergencia de estrategias en el seno de los dos principales partidos independentistas en relación al Estado. Esquerra Republicana ha decidido tomar la bandera del pactismo -que si no fuera por la pequeña gran diferencia entre izquierda y centro-derecha bien podría recordar al que esgrimieron Miquel Roca, Joaquim Molins o Xavier Trias en las Cortes- frente al discurso de Junts per Catalunya, más abonado al conflicto y al no. Tanto es así que si mañana el PSOE y Unidas Podemos logran un acuerdo, ERC lo facilitará. «Por nosotros no será», insiste una y otra vez el republicano Gabriel Rufián a quien le pregunta por el sentido de su voto, que pese a todo ayer fue un no a Sánchez.

El discurso del portavoz de Esquerra comenzó con una autocrítica sobre las formas usadas por él mismo en la anterior legislatura. Rufián se puso la chaqueta del diálogo y tendió repetidamente la mano con una intervención racional (evitando hablar con el estómago por la situación de los presos del procés, como dijo). Y animó insistentemente a Sánchez a lograr un acuerdo progresista con Podemos y a no ser «irresponsable» y provocar una repetición electoral que supondría una «ruleta rusa» que podría beneficiar al PP, Ciudadanos y Vox. Con su actitud, Rufián logró una réplica más que amable del líder del PSOE.

«ENTENDÁMONOS» / «Estamos condenados a entendernos, entendámonos», proclamó una y otra vez el parlamentario republicano. «¿Será el señor Sánchez del ‘no es no’ o el del ‘no a Iglesias’? ¿El PSOE de la reprobación a Sáenz de Santamaría por los palos del 1-O o el de ‘igual volvemos a aplicar el 155 si se portan mal’?», se preguntó. Y esgrimió que la suya es una posición de «generosidad» dado que la situación de los presos independentistas podría llevar a ERC a un discurso mucho más visceral. «Sean conscientes del enorme esfuerzo de generosidad que hoy aquí estamos haciendo, del enorme esfuerzo de generosidad y responsabilidad que está haciendo el grupo republicano», proclamó.

Por si no quedaba claro que ERC va por un camino distinto a JxCat, al president Torra y al expresident Puigdemont, Rufián calificó de «irresponsable» el discurso del «no a todo, el bloqueo a España» y se desmarcó del «España nos roba». «A mí me roba Rato, Bárcenas, Millet y Pujol, da igual de donde sean», espetó. Y, siempre en un tono constructivo, acabó su intervención con varias propuestas: una mesa de diálogo sin exclusiones ideológicas; el «derecho a votar»: una reforma fiscal progresiva; «dejar a un lado o derogar» las reformas laborales; políticas respecto a los sin techo: una comisión de investigación sobre «las cloacas del Estado» y sobre los atentados de Barcelona y Cambrils; y atender a los refugiados en lugar de «amenazar» a barcos humanitarios con multas.

LA UNILATERALIDAD / En su respuesta, el candidato a la reelección agradeció a Rufián «el tono, las formas y que pueda facilitar que haya un Gobierno en España». En un exceso quizás de optimismo, dio por hecha la abstención de ERC, que ayer fue un no. Exhibió sintonía con el republicano en la agenda social y en relación al conflicto catalán, Sánchez reclamó «acabar con la vía unilateral con estas manifestaciones diciendo que ‘lo volverían a hacer’ y sentarse en la mesa y ser conscientes de que el problema en Cataluña es de convivencia y no de independencia».

El líder del PSOE enmarcó siempre la negociación en la Constitución y el Estatut. Y acabó con un aviso: «Si el mensaje que traslada es que lo van a volver a hacer y que no renuncian a la vía unilateral, tengo que decirles que el Gobierno defenderá el orden constitucional, la unidad territorial y la soberanía nacional». Ni esta advertencia afecta a la intención de ERC de apoyar la investidura si se forja un pacto de izquierdas.

Un cambio como el que protagonizó Rufián, uno de los mayores animadores de la vida parlamentaria y protagonista de ingeniosas puestas en escena, que parece haber hecho propósito de enmienda y promete cambiar. Lo afirmó ayer en su discurso del debate de investidura, en el que confesó que hizo «muchas cosas mal» en la pasada legislatura, pero a partir de ahora no piensa dar más bazas a la oposición presentándose a los debates con camisetas que acaban eclipsando su discurso.