Un estudio de la Universidad de Córdoba permite conocer cuáles son las variedades de olivo más resistentes a una epidemia que puede arruinar toda la producción, según informó ayer la institución universitaria.

Las abundantes lluvias de los años 1996 y 1997 crearon el caldo de cultivo para que en 1998 se produjese la mayor epidemia de antracnosis en el olivo conocida en las últimas décadas, pero también para que se intensificasen los estudios de este patógeno. La enfermedad, conocida popularmente como aceituna jabonosa o vivillo, está provocada por el hongo Colletotrichum acutatum y es una de las más destructivas para el olivo. Afectando tanto a la cantidad como a la calidad de la cosecha, ya que el aceite obtenido del fruto dañado tiene altos grados de acidez y deja de ser apto para su consumo, lo que supone altos costes económicos para el agricultor.

Si se dan condiciones de alta pluviometría durante el envero (maduración del fruto), el hongo dispersa sus esporas e infecta la cosecha provocando la podredumbre del fruto y secado de ramas. Para evitar estas situaciones extremas, el catedrático del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba, Antonio Trapero Casas, ha realizado un estudio en el que se establece una clasificación de variedades del olivo según su mayor o menor susceptibilidad a la antracnosis. Creando una metodología de estudio previa, se evaluaron 384 cultivares de la colección del Banco Mundial de Germoplasma del Olivo de Córdoba, aprovechando los tres mayores periodos epidémicos de antracnosis. Situándolas en el mapa andaluz, la variedad más susceptible (ocal) es escasa y se reduce al sur de Córdoba. Otra variedad susceptible pero muy extendida en Andalucía es la hojiblanca.