Fue una de las anécdotas de la jornada para los periodistas que seguían la actualidad municipal. En plena rueda de prensa en El Realejo, y sin cortarse ante grabadoras, libretas y cámaras, una vecina le preguntó a la delegada municipal de Infraestructuras, Amparo Pernichi: «¿No nos quitarán los autobuses después? ¿No?» Con la misma naturalidad y confianza, la concejala le aseguró que todo seguirá en El Realejo tal como ahora está ahora... en principio.

Y es que también estaba a su lado Rafael Pareja, secretario del consejo de distrito Centro, que cuando le tocó hablar ante las cámaras alabó la iniciativa de la reforma del eje del Realejo. No podía ser de otra forma. Pero que no veía tan claro que tenga que seguir el traficazo actual, por ejemplo, con los grandes autobuses pasando el retrovisor a pocos centímetros de las orejas de unos peatones que van cambiando de acera a acera por Santa María de Gracia.

Fueron unas breves palabras que, curiosamente, venían a reivindicar tras década y media otro apartado de aquel Plan de Accesibilidad del Casco Histórico: el que propugnaba junto la reforma de los grandes ejes viales del Casco Histórico mecanismos para reducir el impacto del tráfico rodado. No solo con una calzada a un solo nivel en la que el conductor sea más consciente de que la prioridad la tiene el que va andando, también con autobuses de dimensiones más ajustadas a estas vías.

También tras la reforma del eje Diario de Córdoba-San Fernando está previsto que no cambie el tráfico. Claro que eso mismo se dijo de la calle Cruz Conde. Pero quedó tan bonita aquella obra que al final... Bueno: ya saben.