El incremento de la supervivencia media a los trasplantes en general está permitiendo que cada vez haya más beneficiarios de injertos renales que pueden vivir varias décadas más tras esta intervención, gracias a ese regalo en forma de donación que les llegó cuando su salud estaba muy deteriorada. El doctor Alberto Rodríguez indica que la supervivencia media en los cinco primeros años posteriores al trasplante renal ha crecido 12 puntos en las dos últimas décadas, pasando de un 78% en 1984 a un 90% en el 2016.

Dolores Santos Domínguez, de 54 años, es la paciente cordobesa que más años lleva trasplantada de riñón, tras la donación de una persona fallecida. El 11 de diciembre hará 34 años que Dolores recibió un injerto renal. Hace poco pasó su última revisión en el hospital Reina Sofía y todo estaba bien. Esta vecina de Palma del Río comenzó la diálisis cuando tenía solo 14 años, debido a que un problema en la vejiga acabó afectándole a los riñones. Toda su adolescencia se la pasó conectada a la máquina que hace la función del riñón y su ánimo se vino totalmente abajo, hasta que con casi 20 años llegó la noticia del ansiado trasplante que le iba a cambiar la vida.

«Todos los días que iba a diálisis vomitaba. Me causaba ese efecto secundario. Cuando recibí el trasplante sentí que por fin mi cuerpo estaba totalmente limpio, pues esa es la función del riñón, una labor depurativa. El trasplante fue bien desde el principio, fui muy afortunada. Dos semanas después de la operación, para Nochebuena, estaba ya en casa con mi familia», recuerda. «Por mi experiencia, cuando estás en diálisis crees que nunca va a aparecer un donante para que te trasplanten, pero acaba llegando. Poco antes del trasplante no tenía ilusión. Era una joven de 19 años que veía limitada mi vida. Por eso, quiero aprovechar esta ocasión para animar a los cordobeses a que se solidaricen con la donación de órganos porque es un gesto que ayuda a salvar vidas», destaca.