Paralelamente al hecho del retraso de la edad del matrimonio se ha venido experimentando en Córdoba, y en toda España, un retraso en la edad en que las mujeres tienen su primer hijo, que en la provincia se situaba a finales del 2015 en 30,1 años, edad que supone un retraso de casi más de un año respecto a la edad reflejada hace una década (28,9) y de 3 sobre la que se daba en 1995, que estaba situada en 27,4. La cifra actual de Córdoba se sitúa ligeramente por debajo de la media andaluza, que está en 31,3 años y de la española (31,7), pero sí se sitúa justo en la media de la de la Unión Europea (30,1).

Las causas que sustentan esta evolución, igual que la del retraso en la edad de contraer matimonio, según señala el experto del IESA Manuel Trujillo, se refieren a las perspectivas de estabilidad económica del núcleo familiar, «el principal motivo para este retraso es el paro, o la precariedad e inestabilidad laboral» y, como se ha citado en el otro caso, «la dificultad en el acceso a la vivienda para los jóvenes, también retrasa el planteamiento de ser padres». Hay un aspecto cultural, según Trujillo, que también afecta de una manera destacada, como es el hecho de que «socialmente ya no se considera una prioridad tener hijos, la gente ya no ve tan raro una pareja sin hijos», pero no es menos cierto, indica el experto, «que la mayoría de las parejas y de las mujeres querrían tener hijos antes de lo que los tienen, si las condiciones externas fueran mejores».

Una de las consecuencias directas que tiene este fenómeno, unido a que cada vez las familias tienen menos hijos, es la del envejecimiento progresivo de la población y una reducción de la misma.

Según los datos que maneja el Instituto de Política Familiar (IPF), desde 1981 en España la población mayor se ha duplicado y la población juvenil se ha reducido una cuarta parte, hasta el punto de que ya hay en España 1,5 millones más de personas mayores que de niños.

Por otro lado, y relacionado también con el aspecto laboral, está influyendo de una manera destacada el hecho de las pocas facilidades que desde la Administración y la empresa se dan para la hacer posible una conciliación familiar, de modo que, según el IPF, en España «hay poca flexibilidad laboral», pues se imponen horarios rígidos de las empresas y los colegios; «hay pocas posibilidad de jornada continuada a pesar de ser la opción más deseada; hay un déficit de racionalización de los horarios laborales, con jornadas extensas y poco productivas»; y cree IPF que se da demasiado «la lacra del mobbing maternal», que «no se ha abordado» todavía. También afecta, según esta organización que hay un «déficit de la cultura del teletrabajo, no hay cultura empresarial y hay miedo en los trabajadores de usarla por miedo a ser despedidos». También señala esta organización como un hándicap negativo el hecho de que los permisos maternales y paternales son deficientes y «alejados de los de Europa» y que las excedencias para el cuidado de hijos y personas dependientes son casi inexistentes. Por último, señala esta institución el hecho ya señalado por Manuel Trujillo, como es que «no solo la precariedad del empleo y el paro sino también la inestabilidad laboral (trabajo temporal) están afectando». Por todo ello, esta organización señala que «hablar de conciliación de la vida familiar y laboral es hoy una utopía».

Según las conclusiones alcanzadas por el Instituto de Política Familiar figuran que «se necesitan 719 nacimientos más al día en España para asegurar el nivel de reemplazo generacional», además de que las administraciones tomen medidas que posibiliten mejores condiciones laborales y salariales y aquellas que posibiliten realmente la conciliación laboral y familiar.