No fueron muchos los que pasaron la noche al raso a la espera de que las taquillas de la plaza de toros se abrieran para el reparto de las invitaciones del concierto que Rosalía ofrecerá el próximo sábado dentro de la Noche Blanca del Flamenco, pero a eso de las cinco de la madrugada empezó a crecer la cola con personas de todas las edades, aunque en la mayoría de los casos eran padres deseosos de cumplir el sueño de sus hijos: ver en vivo y en directo el espectáculo de la catalana más famosa del mundo. A la cabeza de la cola estaba Sara, que buscaba una invitación para ella y otra para su hija, a la que «le encanta» la artista. Pero mereció la pena la espera nocturna porque lo consiguió, igual que Antonio Jesús , que se sacrificó durante horas para cumplir el deseo de su hija Dalia, de 11 años.

«Rosalía es universal, y además está innovando mucho en el flamenco. Va a ser un lujo verla», decía este padre entregado, situado junto a José Carlos Ibáñez, que llegó «el primerito», el lunes, a las 08.00 horas, aunque, curiosamente, no estaba allí para asistir al concierto. «A mí no me gusta, yo estoy aquí por mi vecino, al que quiero mucho», subrayó Ibáñez, que protestó por el alto coste de este concierto «cuando en Córdoba hay una serie de necesidades bastantes más importantes y esto no deja de ser un lujo. El que quiera que se lo pague. Hay que sufragar gastos más importantes». Pero como hay opiniones para todos los gustos, Antonio Jesús, a su lado, espetó: «La Noche Blanca del Flamenco debe seguir mucho tiempo para ofrecer a los cordobeses conciertos gratuitos como este».

Un poco más atrás en la cola, un grupo de jóvenes mostraba el cansancio acumulado por la noche a la intemperie, aunque iban tan preparados para la aventura que hasta llevaron un colchón y mantas. «Hemos pasado mucho frío, pero estamos muy contentos», decía Sara, que, a sus 28 años, «es la primera vez que hago algo así, pero es que esta invitación gratuita para ver a Rosalía no me la podía perder».

Pero, ¿qué tiene esta cantante para levantar esta pasión y sacrificio entre un público tan dispar? Las respuestas fueron variadas, pero todos coincidían en la «magia» que desprende, aunque para Álvaro, de Encinarejo, «la magia es haberse convertido en lo que es, un producto de laboratorio». Y también hubo tiempo para estudiar. Un grupo de alumnos de Biología y Medicina, muchos de ellos de algunas localidades cordobesas, se preparaban un examen que tenían por la tarde y que, según dijeron, llevaban bastante «malamente».