La alegría se desbordó en el centro de recepción de visitantes de Medina Azahara cuando, en la mañana del 1 de julio del pasado año, el conjunto arqueológico se alzó con el título de Patrimonio de la Humanidad en la asamblea celebrada en Baréin. Esta designación suponía el cuarto título mundial para Córdoba, lo que la colocó como una de las ciudades del mundo con mayor número de reconocimientos de la Unesco.

Medina Azahara pasó el examen en un debate en el que no hubo objeciones y en el que varios países como Noruega, Brasil y Francia felicitaron a España por el expediente presentado. La satisfacción ante la consecución de este reto convirtió esa fecha en un día histórico para la ciudad. Besos, abrazos y hasta alguna lágrima de emoción saltaron a la palestra entre las autoridades y los ciudadanos que se dieron cita en las instalaciones de Medina Azahara para seguir en directo la defensa de la candidatura del yacimiento y compartir ese gran momento desde el conjunto arqueológico, que vio culminada una antigua y deseada aspiración, en la que se trabajó durante más de 20 años y que recibió un fuerte respaldo de la sociedad cordobesa y andaluza. Pese a los valores que reúne la ciudad califal, su candidatura a la Unesco no llegó hasta el año 2014, aunque su andadura hacia el título tuvo un primer intento en 1998, cuando llegó a incluirse en la lista indicativa española de monumentos susceptibles de ser declarados Patrimonio de la Humanidad, pero fue descartada en el 2002. En febrero del 2016 la Junta remite la candidatura al Gobierno central y un mes después se aprueba por unanimidad que la ciudad califal fuera la única para su inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial en el año 2017 y su posterior evaluación en el 2018.