Cuando los niños son pequeños sus padres sufren de forma especial cuando estos se encuentran enfermos. Hasta hace unos años era habitual que muchas familias acudieran a la consulta del pediatra suplicando un antibiótico para sus hijos cuando arrastraban una enfermedad durante varios días, aunque a lo mejor esa no era la mejor opción, porque estaba muy extendida la idea de que este medicamento es la solución a la mayor parte de las enfermedades.

La mayor concienciación de los profesionales de que debe hacerse un uso racional de los antibióticos y de que tampoco es necesario prescribirlos para todas las infecciones ha permitido reducir la utilización de estos tratamientos, para que se usen solo cuando son realmente necesarios y que se seleccione el más adecuado para cada situación, expone el subdirector médico del hospital Reina Sofía José Manuel Rumbao. Además, «los padres hoy en día están más concienciados en el uso correcto de los antibióticos y saben que no son necesarios para todas las infecciones», resalta.

Rumbao explica que es importante recordar que la mayoría de las infecciones en los niños están producidas por virus y los antibióticos no son activos para las infecciones virales, tan solo para las producidas por bacterias y no necesariamente en todos los casos. «En la mayor parte de las infecciones infantiles no es necesario el empleo de antibióticos. También es conveniente insistir en que la fiebre no se trata con antibióticos y que un niño la presente no significa que sea necesario que los deba tomar», recalca este especialista en Pediatra.

SEGUROS

José Manuel Rumbao apunta que «aunque los antibióticos son medicamentos muy seguros, en ocasiones pueden provocar problemas de tolerancia digestiva o incluso reacciones de alergia tras su administración por primera vez. Y lo más importante, hay que tomar antibióticos solo cuando sean necesarios, ya que se corre el riesgo de que las bacterias se hagan resistentes a los antibióticos y que estos pierdan eficacia». Rumbao recuerda que los antibióticos más empleados en pediatría son los llamados beta-lactámicos. A esta familia de medicamentos pertenecen la penicilina y la amoxicilina. «Pero como ya he mencionado antes, la mayoría de las infecciones que afectan a la población infantil, fundamentalmente antes de los tres años, están producidas por virus, contra los que no es necesario el empleo de antibióticos», añade.

El programa Pirasoa incluyó desde el primer momento en este grupo de trabajo a pediatras y a la población infantil. Esto ha conseguido que los hospitales y los centros de salud tuvieran en cuenta las particularidades de la atención pediátrica en el control de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria y con el uso adecuado de antibióticos.