La cuantía que los cordobeses destinan al juego privado ha crecido por cuarto año consecutivo y alcanzó los 158 millones de euros en el pasado 2018. Este desembolso realizado en bingos y máquinas tragaperras es el dato más alto registrado en la provincia desde hace ocho años y representa una subida interanual del 6%, lo que evidencia la vinculación de la buena marcha de esta actividad con la recuperación económica.

Estos datos han sido publicados por la Consejería de Hacienda de la Junta de Andalucía e indican que, pese a lo abultado de la cantidad, Córdoba se encuentra a la cola de la comunidad autónoma por el volumen de lo invertido en el juego. Los tres primeros puestos son para Málaga, con 533 millones de euros; Sevilla, donde el año pasado se jugaron 449 millones de euros, y Cádiz, con 315 millones de euros, que son los tres territorios andaluces que, además de bingos y tragaperras, disponen de casinos. Los almerienses destinaron a esta actividad 169 millones de euros; los granadinos, 166 millones; los onubenses, 134 millones y los jienenses tienen el dato más bajo, con 110 millones. Así, los andaluces se jugaron el año pasado 2.033 millones de euros, lo que supuso un incremento algo inferior al anotado en Córdoba.

SOBRE EL TERRENO / En cuanto al tipo de juego preferido por los cordobeses, las 2.928 máquinas B instaladas en establecimientos aportan 145 millones de euros al total de lo jugado (el 92%), mientras que los clientes desembolsaron 13 millones de euros (el 8%) en los tres bingos que hay en la provincia. Si a estas cantidades se detrae lo devuelto a los jugadores en forma de premios, el gasto real fue de 41 millones de euros, por lo que cada cordobés habría invertido una media de 52 euros, 11 euros menos que a nivel regional.

Esta actividad fue controlada a través de las 1.010 inspecciones realizadas por la Policía, delegaciones y otras autoridades a máquinas, salones, sorteos y otros juegos, que dieron lugar al inicio de nueve expedientes sancionadores. Además, se resolvieron otros 17.

Otro dato significativo de la estadística de juego privado es que los establecimientos donde se desarrollan estas actividades tienen 2.501 prohibiciones de acceso a cordobeses, de las que un 63% afectan a hombres y un 37%, a mujeres. Sin embargo, para valorar esta cifra hay que tener en cuenta que una misma persona puede tener la prohibición en más de un establecimiento y en más de un tipo de local.

En cuanto a la lectura que hacen de estos datos en las asociaciones, la presidenta de Ludópatas Asociados Rehabilitados (LAR), Pilar Isidro, recuerda que, según los datos de la Dirección General de Ordenación del Juego, esta actividad ha crecido un 228% en cinco años, una tendencia que «nos preocupa muchísimo». Isidro apunta a «un incremento espectacular en la juventud» y explica que hay niños que comienzan a jugar con 10 años, por lo que «está causando estragos, dejan los estudios y crea graves problemas de conducta». En su opinión, esta situación ha sido provocada por la «facilidad» con la que se accede al juego y «el protagonismo» que se le da con la publicidad.

Acerca de la menor incidencia de prohibiciones entre mujeres, la presidenta de LAR añade que «son pocas las que acuden a las asociaciones y lo hacen muy asustadas», porque suelen ser «más criticadas» y tienen menos apoyo familiar que los hombres. Así, alerta de que esta situación personal da lugar a «grandes depresiones, suicidios y separaciones» en estas familias.

Por su parte, el presidente de la Asociación Cordobesa de Jugadores en Rehabilitación (Acojer), Salvador Secilla, afirma que este colectivo está «indignado» ante el incremento del juego y se pregunta «¿por qué no ponen pie en pared las administraciones públicas?», pero también recuerda que «el juego genera mucho dinero para ellas». Secilla destaca que es «alarmante» que el perfil del jugador sea el de una persona con entre 20 y 30 años de edad, ya que en torno al 97% de las personas que atienden en Acojer tienen menos de 30 años, mientras que los mayores de 45 representan solo un 3% de los enfermos asistidos.